Es muy sencillo hacer una crítica negativa sobre Battleship por el simple hecho de que busca legitimarse como una realización de aquellos que trajeron Transformers. Una simple línea basta para provocar mala predisposición, al dar cuenta de una aspiración tan escasa a nivel producción y una ambición tan grande a nivel mercado. Si a esto se suma el hecho de que está basada no en una novela, un cuento o una historieta, sino en un juego de mesa, la combinación es irresistible para aquel que se dirige de antemano con el puntaje en la cabeza. Sin embargo hay un aspecto que no se podía prever y que lleva a que no pueda ser denostada sin más: su alto grado de autoconsciencia.
Sabedora de sus limitaciones, hace estallar por los aires lo poco que tiene, y si bien durante buena parte ofrece un panfleto escrito por el Tío Sam, por otras deja de tomarse en serio y acierta el tono justo. Peter Berg ofrece una mejor propuesta de lo esperado por hacer exactamente el camino inverso que con su fallida Hancock. Si en aquella la comedia se hacía a un lado y abrazaba una ridícula historia de tono grave, en esta la solemnidad propia de la guerra naval se abandona en pos del humor y lo lúdico.
Desde luego que la película funciona con el control remoto de producciones similares, con un desarrollo que se mantiene hasta cierto punto, cuando sencillamente se abandona todo a los expertos en efectos especiales. Cabe destacar que no se trata de una producción 3D, algo que llama poderosamente la atención, lo cual no significa que no esté bien provista de explosiones y del ya habitual slow motion exagerado al punto de la parodia. Con personajes delineados con brocha gorda y una historia sin mucho por destacar, el guión de los hermanos Jon y Erich Hoeber (Red) se guarda, de todas formas, algunas originales sorpresas.
En primer término una vuelta de tuerca en el marco de la guerra conduce a que la Batalla Naval en sí se haga presente. Por si quedaban dudas acerca de la adaptación del juego de mesa, se trata de una inclusión literal que, si bien puede parecer forzado, a las claras se ve como un acierto. Ese respeto de la tradición, pero sobre todo del juego en sí, alcanzará su punto mayor con los soldados a los que se acabará recurriendo. Es que, como bien lo saben los niños, no hay juguetes descartables, aún rotos o viejos pueden seguir ofreciendo buenos momentos. En tiempos del culto a lo nuevo, una película como Battleship sorprende. Es que Peter Berg sabe, no en el mismo sentido que los Village People pero la frase sirve, que se puede encontrar placer en la Marina.