Casi treinta años después del estreno de la exitosa serie llega a los cines Baywatch: Guardianes de la bahía, una película que es al mismo tiempo remake y posible secuela. Con poco guion, pocos chistes y pobres actuaciones, este producto apunta a ser la gran decepción del año para los fans de aquel extraño producto televisivo.
El teniente Mitch Buchannon está al mando de un grupo de guardavidas en una bahía de los Estados Unidos y, mientras busca incorporar nuevos reclutas, comienza a detectar la aparición de rastros de droga en las playas. Así es que, junto a los miembros del equipo y a sus tres nuevos aprendices, se embarca en la tarea de desenmascarar a la organización criminal detrás de la venta de la sustancia ilegal.
Baywatch: Guardianes de la bahía es una película muy poco pretenciosa, se reconoce a sí misma tan o más básica que la serie que la originó y, aún así, no llega a generar ni siquiera lo poco que se propone.
En seguida podríamos ir a la parte obvia de citar el pésimo elenco de la película: Zac Efron, que nunca se caracterizó por su expresión, tiene tanto botox en su cara que lleva la inexpresividad a nuevos niveles; Dwayne “The Rock” Johnson nunca fue un actor en el buen sentido de la palabra y acá tampoco cambia eso. El resto del elenco es bastante mediocre también, con la excepción de Alexandra Daddario que, sin ser una buena actriz, por lo menos tiene la belleza y sensualidad que deberían tener los personajes para que la película funcione.
De todas maneras el gran problema del film es el guion. Los chistes son todos malos, las situaciones policiales parecen sacadas de una pésima comedia argentina de la década del ochenta y el espectador nunca termina de conectar con lo que está pasando en pantalla.
Lo sorprendente es encontrar detrás de cámaras a Seth Gordon, el director que nos sorprendió a todos por el muy buen nivel de su comedia Como matar a mi jefe (Horrible Bosses, 2011), y sin embargo acá su rol es uno de los principales problemas. El timing de las situaciones es muy flojo y sobre todo la cantidad de errores de continuidad dan una clara muestra de la poca atención que se le puso al proyecto.