Con tantas adaptaciones que Hollywood está haciendo de series de todas las etapas de la televisión, uno podría pensar que estamos frente a un rescate nostálgico, un rescate emotivo si se quiere, obviamente apuntado al corazón de los espectadores que vivieron la época en la cual cada una de estas series hizo furor. Lo curioso es que, salvo algunas excepciones, las emociones predominantes de este rescate son el asco y la bronca. “Los Dukes de Hazzard” (Jay Chandrasekhar, 2005), “Hechizada” (Nora Ephron, 2005), “Los vengadores” (Jeremiah Chechik, 1998) o el espanto mayor, “Chip's” (Dax Shepard, 2017), estrenada este año, y que todavía provoca pesadillas, Incluso a miembros del staff que debieron irse a hacer el Camino de Santiago para recuperarse.
La visita esta vez es a los años ‘90, a una de las peores series de todos los tiempos: “Baywatch”. Aquella entrega semanal no sirvió para otra cosa que prolongar la carrera de David Hasselhoff y lanzar las de algunas figuras como Pamela Anderson. La excusa es la misma que se presenta aquí: un grupo de salvavidas de una playa que se toman su oficio tan en serio que los impulsa a investigar crímenes, tráfico de drogas, etc. Inverosímil desde su planteo inicial, el espectador deberá hacer lo posible para conceder todo su intelecto.
Mitch (Dwayne Johnson) es el fornido y musculoso "teniente" de CJ (Kelly Rohrbach) y Stephanie (Ilfenesh Hadera) en un comienzo que los encuentra reclutando nuevos integrantes del equipo. Uno de los candidatos entra con palanca del gobierno, se llama Matt (Zac Efron) y viene de ser campeón olímpico de natación. Aquí es donde entramos en la típica comedia de dúo antagónico que termina queriéndose luego de pasar por varios problemas serios. El mayor de estos problemas no es la ola de asesinatos, tampoco la "competencia" con la policía; ni siquiera el enfrentamiento con la peor villana de la historia en términos de construcción de personaje y actuación. El gran antagonista de “Baywatch” es el guión. Seis tipos escribieron esto: Jay Scherick, David Ronn, Thomas Lennon, Robert Ben Garant, Damian Shannon y Mark Swift. Nos permitimos mencionarlos para oficiar de salvavidas ante la posibilidad de que vuelvan a escribir.
Pese a todo esto hay algo innegable: la química entre Dwayne Johnson y Zac Efron funciona por contraste y registro actoral. Es gracias a ellos, y su manera de acomodarse al código propuesto, que nos encontramos con momentos rescatables. El resto es una sucesión de exabruptos, a cual más desagradable, que no buscan otra cosa que probar hasta donde el espectador es capaz de sostener su mirada en la pantalla sin sentir nauseas (la escena de la morgue basta como botón de muestra).
Claramente “Baywatch: Los vigilantes de la playa” tendrá su público. y si hay algún nostálgico que necesite conectarse con la época en la cual veía la serie a lo mejor se encuentra con algún rostro conocido. De ahí al cine (incluso el industrial) hay un abismo infranqueable.