En esta típica película hollywoodense el director demuestra capacidad para narrar una historia con fluidez y que el espectador empatice con los personajes.
Baywatch: Guardianes de la bahía, basada en la serie que se popularizó en la década de 1990, es una comedia nostálgico-veraniega de acción y un aceptable policial que lleva como bandera un idealismo tan tonificado como el cuerpo de cada uno de sus protagonistas.
El capitán de los guardianes Mitch Buchannon (Dwayne Johnson) es el responsable de hacer las pruebas físicas a los nuevos aspirantes a socorristas. Mitch no ve con buenos ojos a Matt Brody (Zac Efron), el joven fibroso que llega para sumarse al grupo integrado por tres mujeres y el geek (fanático de la tecnología) gracioso de turno.
Lo que al comienzo es una rivalidad feroz entre el aspirante y el capitán luego se convierte en una amistad con códigos inquebrantables, y la construcción de esta relación de rivalidad-amistad es un gran acierto del director Seth Gordon.
El problema surge cuando descubren que en la playa circula una misteriosa droga. La situación se agrava cuando alguien muere en un supuesto incendio en un yate. Para Mitch, lo que ocurre en su distrito es inaceptable y no se queda conforme con hacer sólo su trabajo. Es así que todos los salvavidas se ven obligados a ayudar a Mitch a investigar los casos de los cuerpos que flotan en el mar.
Los recursos formales son los de siempre en el cine industrial de Hollywood: estética de publicidad veraniega, montaje frenético y cámara lenta excesiva (los propios personajes se burlan de este recurso). Sin embargo, el director demuestra capacidad para narrar una historia con fluidez y lograr que el espectador empatice con los personajes.
Es cierto que la película repite una fórmula trillada y abundante en inverosimilitudes. Pero entenderla sólo como un entretenimiento pasatista resulta perezoso e injusto, ya que lo importante del filme es que muestra a personajes comprometidos con la realidad que los rodea y dispuestos a zambullirse en aguas turbias para hacer del mundo un lugar algo mejor.
A veces la ética de una película es más importante que su puesta en escena. Baywatch: Guardianes de la bahía es uno de esos casos. Aquí gana el humanismo justiciero e idealista, que aboga por la solidaridad con el prójimo.