Una más en la tendencia de transformar series vintage en películas actuales. Tendencia que ha dado pocos frutos realmente jugosos, y esta recuperación de los Guardianes de la Bahía no es excepción. Cuesta entender, a medida que avanzan las dos horas de película, qué quisieron hacer los realizadores, con los guiños a la nostalgia por un lado (la cámara lenta, los metachistes sobre el uso de la cámara lenta, las presencias de Pamela Anderson y David Hasselhoff), la trama policial que pone a los guardianes en modo detectives y los chistes guarros en plan película de estudiantina hormonal, que más que de nueva comedia americana parecen de una vieja. Baywatch es apenas entretenida, y debe los mínimos a sus dos actores centrales, Dwayne La Roca Johnson y Zac Efron, una tonelada de músculos primero rivales y luego previsiblemente amigos. Decir que ni The Rock salva la película, con su sentido del humor dudoso o poco gracioso -y generalmente las dos cosas- es decir bastante, porque el gigantesco héroe de acción, uno de los actores mejor cotizados del mercado, hace el personaje que tan bien le sale, grandote temible pero simpático, noble y de buen corazón. Su nobleza, como la de su personaje, el que vela por su playa, no alcanza para que Baywatch llegue al salvavidas antes de hundirse en la marea de la banalidad.