“¿Por qué estoy viendo esto?” y “¿Se supone que esto es gracioso?”, son 2 de las muchas preguntas que se hará el espectador a lo largo de las casi dos horas* más largas de su vida. No obstante esta película tiene dos grandes virtudes. La primera es que los actores y actrices hacen uso y abuso de sus marcados dotes físicos. La segunda es que esta película es capaz de hacer que cualquier otra película mediocre parezca excelente en comparación. Los chistes que Baywatch arroja sobre el espectador, como quien echa estiércol con una pala en una huerta, pertenecen a otra década, y ya de por sí en aquél momento eran malos. Así, las referencias sexuales sin la menor sutileza causan más incomodidad que risa.
Las frases moralizadoras de Mitch (Dwayne Johnson) personaje principal, además de ridículas son trilladas y causan una cierta incredulidad en el espectador, que seguramente pensará “no puedo creer que haya dicho eso”.
Aún así, y para evitar spoilers, por si algún lector masoquista** quiere verla igual, se omiten detalles que ejemplifican la creatividad y buen gusto que de ninguna manera tiene esta película. De todos modos, no hay demasiado argumento sino más bien alguna que otra excusa para que la escatología avance.
*Salvo que, entendiblemente, se retire antes de la sala.
**También aplica a gente que le cause mucha gracia ver a alguien vomitando, o que se ria mucho mucho cuando escucha la palabra “dick”, cuya traducción sería algo así como “pito”.