Sin olas
Baywatch fue una de esas series televisivas que lograron trascender más por los íconos que lanzó al estrellato (Pamela Anderson, David Hasselhoff), y su significado para la cultura popular, que por sus logros narrativos, discursivos o por la construcción de una arriesgada trama.
Pero así y todo era consumida por un público cautivo, durante temporadas los “guardianes de la bahía” ofrecieron un espectáculo en la mejor línea de programas emblemáticos que generó la pequeña pantalla.
Cuando surgió la idea de hacer una remake, presentada como Baywatch: Guardianes de la Bahía (Baywatch, 2017), nada haría suponer que el resultado terminaría convirtiéndose en un híbrido de lo peor de la reciente producción de la comedia americana y una película de espionaje sin sentido. El director Seth Gordon (Quiero matar a mi jefe, Ladrona de identidades) pone al día la propuesta de los bañeros y el submundo que rodea a la playa y decide hacerlo de dos maneras en paralelo. Por un lado recupera el espíritu visual de la serie, con aquellos ralentíes, cámaras lentas y primerísimos primeros planos de los cuerpos, las mallas rojas y los pequeños salvavidas, pero por otro no logra amalgamar la comedia y la acción, generando escenas aisladas en el medio de la narración.
Mitch Buchannon (Dwayne Johnson) es el líder del grupo de bañeros que intentará, por un programa de adhesión de novatos, renovar la fuerza que rescata diariamente a gente de las temibles aguas. A ese programa llegaran dos aspirantes inexpertos, Summer (Alexandra Daddario) y Ronnie (Jon Bass), pero también la estrella olímpica de natación Matt Brody (Zac Efron), un problemático personaje que ha visto cómo los excesos lo han llevado al fondo de su carrera. Mientras el programa avanza, con pruebas, desafíos y carreras de relevo, en la playa la misteriosa multimillonaria Victoria Leeds (Priyanka Chopra) planea quedarse con todas las propiedades del lugar por medio de mentiras, sobornos y muerte, y convertirla en un espacio donde la droga circule libremente.
Para contar esto Seth Gordon se toma demasiado tiempo, y nunca termina por definir si desea parodiar a la serie original, crear un nuevo universo inspirado en el programa, apartar la comedia drásticamente para crear climas y atmósferas disruptivas, tomarse en serio el relato, o, explotar la escatología para suplir falencias narrativas y de estructura dramática.
El principal problema de Baywatch: Guardianes de la Bahía es su indefinición, sus bromas reiteradas (el primer chiste de Dwayne Johnson a Zac Efron sobre su relación con la música pop está bien, el resto cansa por acumulación), su humor escatológico y sexual subrayado, su poco interés en desarrollar un producto novedoso basado en lo viejo y, por momentos, caer en la creencia de que todo tiempo pasado fue peor. En vez de apoyarse en la frescura de la serie, termina siendo una banal, inexplicable e innecesaria puesta al día.