Beata Ignoranza, de Massimiliano Bruno
Por Marcela Barbaro
El análisis que provoca el avance tecnológico en la comunicación posmoderna forma parte de la agenda de temas que analiza su impacto social. Hoy, más lejos del papel y más cerca del soporte digital, la forma de interactuar con el mundo cambió radicalmente. No estoy diciendo nada nuevo, ni nada que uds. no sepan. Para algunos el uso de la tecnología (redes, chat, e books, iphone, etc.) es un salto cualitativo e inclusivo y, para otros, es una forma de retroceso y exclusión que termina aislándolos, hasta de ellos mismos.
Beata Ignoranza “Feliz ignorancia” del actor, guionista y director italiano Massimiliano Bruno (Viva Italia, Confundido y feliz) habla justamente de los nuevos hábitos comunicacionales a través de la historia de dos amigos, que son profesores de secundario y difieren en el uso y utilidad de las redes sociales. Ernesto es un hombre tradicional, enseña literatura y no tiene ni computadora. Filippo vive a través del smarthphone y enseña matemática desde el teléfono. Ambos, compartieron el amor de una mujer que terminó por distanciarlos. Después de 25 años se reencuentran y la convivencia no será nada fácil. Para unirlos, Nina, la hija de Ernesto, realiza un documental sobre el uso de la tecnología (con ellos como actores) donde deberán invertir sus roles y comprobar cuánto los modifica.
Massimiliano Bruno maneja bien el tono de comedia, el uso de los gags, el timming en los diálogos, el histrionismo en la interpretación, el lenguaje corporal, y hasta la musicalidad de ciertas palabras que favorecen al desarrollo del género. La película se construye a través de un collage de tiempos y espacios, como de diversas situaciones que favorecen el “juego de opuestos” de sus protagonistas, quienes en varias ocasiones actúan y comentan frente a cámara, incorporando al espectador en la disyuntiva que se plantea. El lenguaje autorreferencial se refuerza con el documental (que se está haciendo), en una suerte de diálogo de cine dentro del cine que funciona como recurso narrativo.
“Hace cuatro años, escribí un post quejándome de que tenía cada vez menos tiempo para mis pasiones y dedicaba demasiado tiempo a la tontería on line, comenta el director. Yo había caído en la trampa; Me había convertido en una de esas personas que leen menos libros, que van menos al teatro, y que pasan cada vez menos tiempo en la reflexión solitaria hasta que entré en crisis. Esto es lo que pregunta mi película: ¿te sientes mejor on line u off line? ¿Quién eres en realidad? ¿Eres tu o su alter-ego? ¿Le da más importancia a sus verdaderas derrotas o sus éxitos virtuales?”.
Si bien el nudo del relato parte de esa problemática, se desvía y se diluye en torno a la relación con el personaje de Nina, para subrayar la dificultad de los vínculos y las responsabilidades familiares, pero no lo hace dramatizándolo ni tomándolo muy en serio. En realidad, nada se toma muy en serio en Beata Ignoranza donde hay momentos agridulces, situaciones algo forzadas y exageradas que van definiendo como una comedia entretenida con algunos remates ocurrentes y una buena dupla de actores que acompaña. En definitiva, la reflexión sobre el abuso de la tecnología inicial, se aleja del tono maniqueo mientras los protagonistas cantan Isn’t she lovely de Steve Wonder.
BEATA IGNORANZA.
Beata Ignoranza. Italia, 2017.
Dirección: Massimiliano Bruno. Guión: Massimiliano Bruno, Gianni Corsi, Herbert Simone Paragnani. Intérpretes: Marco Giallini; Alessandro Gassmann; Valeria Bilello; Carolina Crescentini; Teresaa Romagnoli; Giuseppe Ragone; Malvina Ruggiano. Fotografía: Alessandro Pesci. Duración: 102 minutos.