Beatles

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Estamos frente a una nueva película de Peter Flinth, el director danés responsable de la ambiciosa “Arn, el caballero templario” (2007). Poco conocido por estas latitudes, podríamos decir que “Beatles” es (por nombre propio) el trabajo que pone su nombre en otro plano a nivel mundial.
Que Los Beatles cambiaron la historia de la humanidad ya no es ninguna conjetura. Son tan grandes que resulta difícil de dimensionarlos fuera del propio terruño, y mucho menos el tipo de impacto que causó en cada vida. Justamente es en este punto donde el guión de Axel Hellstenius, basado en la novela de Lars Saabye Christensen, hace hincapié.
Desde los títulos el contexto nos lleva a Oslo, a mediados de los años ‘60. Cuatro amigos del colegio secundario Kim (Louis Williams), Seb (Håvard Jackwitz), Gunnar (Ole Nicolai Myrvold Jørgensen) y Ola (Halvor Tangen Schultz) son compinches en todo, desde fumar y mirar chicas hasta robar logos de metal de los autos, y escuchar a Los Beatles. Cada lanzamiento del célebre grupo es un evento mundial. Nada importa más que posar la púa del tocadiscos para escuchar los nuevos sonidos de los cuatro de Liverpool. Así se ve cuando llega flamante el “Sgt. Pepper’s” a manos de Gunnar. Claro, los cuatro quieren tocar, formar una banda, y perseguir la fama y fortuna de sus admirados músicos. La relación que tienen estos amigos remite a aquella entrañable obra maestra de Rob Reiner, “Cuenta Conmigo” (1986), no sólo porque en ambos casos se recorre el camino en busca de un objetivo, sino por estar narrada por uno de ellos.
“Beatles” instala todo este contexto musical para ir soltándolo lentamente a través de una historia que habla de utopías, de amistades incondicionales marcadas a fuego, por una pasión en común, de sueños tan cercanos como imposibles, o tan posibles como lejanos, según sobre cual de los chicos estemos posando la mirada como espectadores. Así, todo se va transformando en la radiografía de cuatro vidas comunes, teñidas por la aparición del primer amor idílico y prístino, las primeras decepciones frente a los avatares de la vida misma cuando se sale de la pubertad, los indicios de la rebeldía adolescente, etc.
A medida que corren los minutos, “Beatles” va resignificándose. No los músicos, sino el título. El realizador parece quedarse con esta única palabra que escuchada así, solitaria, primero traerá a la memoria su música, que la hay y mucha en esta producción, pero luego queda flotando solitaria como palabra que representa toda una época de cambios de todo tipo. Un manto gigante que cubrió a toda la sociedad. Por supuesto que al ser una producción nórdica, en este caso de Noruega, no hay lugar para golpes sentimentales efectistas. Las cosas suceden hasta con cierta frialdad típica, pero esto no quita que en el objetivo de mostrar el cambio de una edad a la otra, haya momentos emotivos y otros tantos de humor juvenil sostenidos por un elenco de chicos muy bien dirigidos. Sin eso, directamente no habría película. Cuando la música queda en un segundo plano, entendemos la intención, y es allí donde éste estreno encuentra su mejor forma.