¿Angel o demonio?
Me pasó algo extraño con este documental: me interesó como ensayo sobre las dificultades y los dilemas éticos de los realizadores frente a su “objeto” artístico (en este caso, una anciana dueña de un carácter muy fuerte y cambiante), pero no tanto como retrato de una escritora de culto a la que conocía poco (y que, luego de ver el film, sigo sin conocer demasiado).
La película es bastante superficial, no ahonda ni ofrece testimonios o materiales de archivo lo suficientemente valiosos o reveladores a la hora de reconstruir la trayectoria de la escritora platense Aurora Venturini, de 91 años, que fue amiga y trabajó con Eva Perón; se relacionó en París con los existencialistas (incluidos Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre), y recibió un premio de manos del mismísimo Jorge Luis Borges.
Sin embargo, resulta fascinante cuando expone las propias contradicciones de los directores (a los que Venturini llama “vinchucas” y a los que termina echando de su casa para olvidarse por completo de su compromiso con el documental) ¿Cómo continuar la investigación? ¿Cómo no manipular a (ni ser manipulados por) una viejita que es tan querible y simpática como cruel y despiadada? Allí está el verdadero corazón de este film, que lleva implícita desde su título una dicotomía interna (no se explica bien el tema, pero Beatriz Portinari es el seudónimo que usó Venturini para presentarse en 2007 al concurso Nueva Novela, organizado por Página/12, en el que obtuvo el gran premio por la aclamada Las primas).
Mientras Venturini acompañó el proyecto, ofreció a cámara unos cuantos filosos testimonios de espíritu tragicómico, con esa ironía única de la que ella es capaz. Para mi gusto, no alcanzan para comprender en toda su dimensión las múltiples facetas de esta prolífica escritora. El misterio, por lo tanto, se mantiene. Habrá que seguir desvelándolo en sus poemas, columnas y novelas.