Basada en sendas autobiografías de sus protagonistas, "Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo", de Felix Van Groeningen, es un pesado drama sobre la drogadicción juvenil y la abnegación de un padre por tratar de rescatarlo.
¿Qué grado de responsabilidad tienen los padres sobre la conducta autodestructiva de sus hijos? Este sería el gran planteo de "Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo", basada en la historia real de Nic Sheff, y su padre David, atravesada por la grave adicción del primero. Cada uno escribió una autobiografía narrando el mismo hecho desde sus perspectivas.
El difícil proceso de recuperación de una adicción en Tweak: growing up on methamphetamines de Nic Sheff; y la difícil tarea de acompañar a un hijo adicto en "Beautiful Boy: A Father's Journey Through His Son's Addiction", de David Sheff. Además, ambos escribieron otros libros sobre la materia.
El guion de "Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo", a cargo de Luke Davies y el propio director Felix Van Groeningen se encarga de unir ambos puntos en un solo conjunto, y el resultado es algo ecléctico y confuso. A través de sucesivos flashbacks y saltos temporales, iremos de la infancia, a la adolescencia, y la juventud de Nic (Timothée Chalamet, en la etapa más importante de Nic); pero no de un modo lineal, sino como viñetas unidas por frases o recuerdos aleatorios.
Nic es hijo de padres divorciados, y de hecho, David (Steve Carell) formó una nueva familia con una nueva mujer (Maura Tierney) y otros hijos.
A simple vista, Nic no parece ser un chico con muchas necesidades por lo menos no económicas; y su padre trata de estar lo más cercano posible a él. En cuanto a su madre, la iremos conociendo, un poco, más a lo largo de la película, pero el eje no pareciera centrarse del todo en ella.
Sin embargo, Nic tiene una conducta autodestructiva, y de manera experimental comienza con el consumo de metanfetaminas, lo cual será una peligrosísima adicción. Nic comenzará un largo trayecto entrando y saliendo de centros de rehabilitación, y volviendo a recaer, apoyándose en su padre, haciéndole reclamos, y tratando de continuar con su vida, aunque una y otra vez, vuelve a las metanfetaminas cada vez con mayor consumo, y hasta arrastrado a otros
¿Por qué Nic mantiene esta conducta?
Claramente, esta película ofrece un drama denso, y lo plantea a través de un ritmo lento y una construcción de diálogos grandilocuentes llena de frases que suenan a postulados sobre las conductas de los personajes. La historia no hace el menor esfuerzo por eludir los lugares comunes, y todo lo que podemos esperar de una propuesta de este estilo, estará ahí remarcado.
La puesta de van Groeningen también va en la misma dirección, utiliza tonos pálidos, luces blancas brillantes, colores celestes y verdes acuosos; a lo que suma un montaje suave que se contrapone con el confuso ir y venir en el tiempo del relato. Todo esto da la conjunción de una suerte de manual de autoayuda calmo, y con las escenas de impacto para que los alejados se escandalicen.
La estructura narrativa no permitirá un progresivo correcto, y así comenzaremos por un estado muy demacrado de Nic, para pasar a su infancia dorada, y volver a los inicios de su adicción, y otra etapa de su infancia.
Los esfuerzos técnicos tanto en la banda sonora como en la composición de imagen no pasan de los miles de telefilms, o “películas de Netflix” sobre adicciones, y el mensaje no parece diferir mucho de aquellos, más allá del verosímil de uno y otro (que tampoco es del todo fuerte en este caso, dado lo episódico de varias escenas al azar).
Todo en un tono pretendidamente indie y “para los premios” independientes. Nic es un personaje muy difícil de compenetrar. Más allá de una correcta interpretación de Chalamet, el personaje no convence porque el mismo film no parece comprenderlo. En su búsqueda de razones de por qué es como es, muchas veces arriba al “es así porque es así”.
Todo apunta a que seamos la mirada de David y nos desesperemos con él. Ya no sabe qué hacer, cómo actuar; él también va perdiendo su vida para dedicársela a su hijo. La película refuerza esta idea a través de golpes bajos y todo tipo de maniqueísmos. Steve Carell sigue insistiendo con el drama, su labor es correcta, aunque a veces se limite a poner rostro de “cachorro mojado”.
El resto de los personajes, carecen de peso e importancia. "Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo", se planteaba como una realista mirada al mundo de las adicciones, pero la sumatoria de lugares comunes y golpes bajos, la colocan nuevamente en la media de este tipo de películas panfletarias. Finalmente, la falta de carisma y brío, la ubican por debajo aún de aquellas.