Todos los años, hay un par de películas que te destrozan el corazón. Beautiful boy es una de ellas.
La emotiva, y desgarradora, historia real basada en las memorias de David y Nic Sheff logra que los que no somos padres, podamos sentir un poco de esa conexión tan única y especial.
Y ni hablar los que lo son, tal como he leído y escuchado.
Me gustó mucho que en tiempos de Breaking Bad, Narcos, etc, se muestre otro lado de lo que es la adicción a las drogas. Desde un punto humano, y científico también.
Siento que aprendí un poco sobre el tema -si es que esta afirmación es válida y sin ofender a nadie- luego de ver este film.
Además de esto, y de un sólido guión que te mantiene expectante, el alma del film pasa por el dúo protagonista.
Tanto Steve Carell como Timothée Chalamet merecían estar nominados al Oscar (aunque ya la estuvieron antes por otras películas), pero este año la categoría Mejor Actor está más que reñida.
El laburo que hacen es impresionante. Su relación es tan hermosa como triste ni bien va avanzando la trama. Te dan ganas de meterte en la pantalla y ayudarlos, escucharlos, abrazarlos.
Hay un par de escenas que ranquean entre lo mejor de los últimos años en materia dramática.
El director belga Felix van Groeningen, narra con gran sensibilidad la historia.
Me gustó mucho la puesta y composición de planos.
Y si bien hay clichés, y escenas que buscan el impacto y llanto a propósito, no se daña el relato ni empobrece la película.
Beautiful boy es sincera y comprometida. Y al mismo tiempo desoladora.
No dejen de verla (con pañuelitos en la mano).