Un viaje de ida (y vuelta)
Los documentales familiares y, más precisamente, aquellos que bucean en las raíces ancestrales (sobre todo, de los in/emigrantes que abandonaron sus países en busca de una nueva vida) son de los más transitados y, por lo tanto, de los que mayores riesgos tienen de caer en las “fórmulas”.
En este sentido, Hernán Belón (que ya había incursionado en este universo con la querible Sofía cumple 100 años y también en la ficción con la más que atendible El campo) aplica un esquema bastante clásico y logra sortear buena parte de los lugares comunes previsibles.
Aunque no todos los recursos son igual de eficaces (la voz en off por momentos luce calculada y artificial, la música -que no es nada mala, al contrario- está utilizada de manera algo efectista y hay puestas de cámara demasiado “ficcionales”), Belón ratifica que es un sólido narrador y, así, el espectador sigue de cerca y con interés el derrotero personal de Grace Spinelli, una atractiva mujer de origen libanés que -cual detective- investiga (y desvela) la historia de su bisabuelo Mohammed, un hombre que -luego de haber formado una familia en la Argentina- regresó a su país natal y armó una nueva vida allí hasta morir a los casi 100 años.
La primera parte describe la dinámica de la familia local de Grace (un entorno dominado por las mujeres y, también, por lo que no se dice respecto de un pasado para ellas bastante doloroso por el abandono) y, en la segunda, se narra el viaje que ella hace hasta el pueblo de Mohammed en la aún convulsionada (por la guerra civil) zona de El Líbano.
El film está bien construido y alcanza varios momentos de genuina intensidad (en otros, se notan demasiado los “hilos” que sostienen el armado narrativo). De todas maneras, se trata de otro dignísimo trabajo de ese director prolífico y multifacético como Hernán Belón.