En una filmografía que ya lleva más de 15 años entre cortos y largometrajes documentales Hernán Belón demostró capacidad para llevar adelante historias de las más variadas y hacerlo desde ángulos bien disímiles. Lo conocimos en 1997 con uno de los mejores cortos de "Historias Breves II", "Aluap", filmó el entrañable documental "Sofía cumple 100 años", y en 2011 estrenó su primer largo de ficción la intrigante y subvalorada "El campo". Ahora, vuelve a pegar otro giro en su carrera y nos entrega un documental personal, de cámara casi inexistente, en medio de un relato que bien puede inspirar a la mejor de las ficciones, se trata de Beirut-Buenos Aires-Beirut, otra muestra más de su amplio talento.
La protagonista (porque lo que se cuenta es una historia) es Grace Spinelli (un rostro que talvez nos resulte conocido de una publicidad de crema antiarrugas en la cual prestaba su testimonio), una actriz de ascendencia libanesa que también oficia como guionista y productora. Su tía abuela le entrega unas cartas escritas en árabe que nunca antes fueron revisadas; se trata de correspondencia perteneciente a su bisabuelo Mohammed, y con estas le devela una parte de su historia familiar, él no murió en argentina, país al que emigró, sino que en sus últimos años abandonó a su familia regresando al Líbano.
Con este descubrimiento, Grace comienza una investigación develando el contenido de las cartas (muchas de ellas de una sobrina de Mohammed que le recrimina el nunca haber vuelto a su tierra) y recorriendo gran parte de la historia familiar, hasta que la investigación termina en un viaje a ese país para ahí conocer sus verdaderos orígenes.
Como si fuese un relato ficcionado, Belón y Spinelli construyen un documental que bien podría dividirse en dos partes. En un primer tramo, es ella yendo a averiguar datos y preguntando a varios miembros de su familia (en su mayoría mujeres, la familia parece tener una pesada herencia de abandonos paternos); esta parte resulta realmente muy querible y podría asemejarse a Sofía cumple 100 años, sobre todo por la presencia de la anciana a la que se muestra con total ternura (el episodio del cumpleaños es de una naturalidad sublime), sin embargo todo el tiempo pareciera faltar una parte del rompecabezas, una parte de la historia sin contar.Para llenar esa ausencia (de la historia familiar no del film), en el segundo tramo, Grace viaja al Líbano, a una zona de la Ciudad de Beirut sumida por el conflicto con Israel en donde su bisabuelo vivia y regreso, y en donde espera encontrar a Carime (la sobrina de su bisabuelo) o algún otro descendiente. Ahí el clima cambia, el foco seguirá estando en sus orígenes pero también veremos los efectos de una zona devastada.
Grace tendrá varios guías en su viaje y todos le advierten de la peligrosidad, muchas de las personas a las que visite le prestarán su opinión sobre la situación del país, y realmente se vuelve tan interesante como desgarrador. En un momento, al espectador ya no le importará tanto el destino de Mohammed, lo que vemos se volverá algo más global, es la historia de personas que emigraron a un país más prometedor, pero que nunca pudieron sentir como propio, y al regresar se tuvieron que enfrentar a un dolor distinto y más profundo.
Belón decide dejar que las situaciones fluyan, a diferencia de otros documentalistas, su presencia no se siente en absoluto, y ese es su gran acierto, el naturalismo, la simpleza, la honestidad que se expresa en la pantalla no hubiese sido posible con una cámara invasora.
Bellamente fotografiada y musicalizada, "Beirut-Buenos Aires-Beirut" es un documental cambiante pero que siempre mantiene el buen ritmo del interés. Una buena oferta para descubrir más sobre un costado de la historia poco revisado por nuestro país.