Tras las huellas de un bisabuelo enamoradizo
Se estrena al fin este buen documental, fluido registro de una búsqueda, tres viajes y un encuentro. La búsqueda es sobre la verdadera historia del bisabuelo inmigrante. Grace Spinelli creía saberla, hasta que su tía abuela le contó la verdad: don Mohamed no murió en Argentina sino que dejó acá abandonada la familia y se mandó mudar, en busca de su novia de juventud. Los viajes son los del bisabuelo, inmigrante y emigrante, y de la bisnieta, que no para hasta llegar a la propia aldea libanesa donde empezó todo.
Ahí tiene lugar el encuentro, o mejor dicho los encuentros, de ella con sus primos ignorados, y de uno de ellos, no diremos con qué, pero ese sí que es un encuentro inesperado, hermoso, que arranca lágrimas de emoción del modo más limpio y sencillo que alguien pueda conocer.
Para llegar a ese momento, Grace hace todo un recorrido, empezando por conseguir un traductor para el manojo de cartas en árabe que estaban en casa de aquella abuela, y nadie, en años, había querido abrir y leer. Ahora, medio siglo después, una misteriosa madeja empezaba a verse y desenredarse. Y luego, el viaje. Argentinos a un Líbano con heridas de guerra, con gente pícara, desconfiada, o noble y amistosa, con caminos desconocidos y derechos de tránsito, hasta llegar a la aldea donde nació y volvió aquel hijo pródigo, para colmo una aldea en el borde mismo con Israel, detalle que tampoco facilitaba el tránsito. Y así y todo, ahí estaban esperándolos las cosas más hermosas, los cierres más precisos para su historia.
La película es de Grace Spinelli, que pone la idea, la investigación, el texto, el cuerpo, la gracia y el entusiasmo para hacernos viajar junto a ella por lugares remotos y ancestrales, y de Hernán Belón, que pone su oficio, dedicación y buena mano para el documental.
Esto ya lo había demostrado en el biográfico "Sofía cumple 100 años", en esa joyita que es "El tango de mi vida", emotivo seguimiento de un concurso de aficionados, y en varios otros trabajos, pero éste que ahora vemos tiene además el atractivo de la aventura, y la suerte de estar con la cámara encendida en el momento y el lugar exactos. Vale la pena.