Colmillo blanco a la francesa
El eterno galán, el vampírico, el melancólico, pero también… el calculador. Así parece que el actor Robert Pattinson queda signado en Bel Ami, historia de un seductor , donde el apuesto y sin escrúpulos Georges Duroy, un simple recluta del ejército en Argelia, llega a la elegante París de 1890 y se encumbra en el poder de manera 100% fantástica. O mejor dicho, irreal.
La película, representada en una época más tardía que en la novela original de Guy de Maupassant, muestra a un joven que hace sus primeras armas laborales en un diario que busca derrocar al gobierno francés. Y de allí en adelante sembrará el terror ante cualquier fémina del poder que se le cruce. Con solo mirarlas caerán rendidas a sus pies. Un ganador.
En su debut en el largometraje, la dupla Donnellan-Ormerod eligió a tres actrices bien diferentes para encarnar a las presas de Duroy: la “comehombres” Madeleine Forestier (Uma Thurman), cerebro detrás del matutino, la “enamorada” y creíble Clotilde de Marelle (Christina Ricci), quien tendrá su propio nidito de amor y lo esperará por siempre a Georges y, por último, la menos agraciada Virginie Rousset (Kristin Scott Thomas) a quien Duroy trata con repulsión aunque ansía su poder y a ¡su hija Suzanne!, quien también caerá bajo su hechizo.
Este filme muestra cíclica y repetitivamente cómo el colmilleante protagonista (que en siete días estrena dos películas, hoy Cosmópolis y el jueves que viene Amanecer, parte 2 ) no puede con su blanquísima estampa y ojos rasgados para alternar amantes (irrisorio su raid en un día), montar escenas fogosas (¿qué opinará la infiel Kristen Stewart?) y reflejar los tejes y manejes político-sociales de la elite francesa que horada de a poco las expectativas de Georges: denigrará su escasa moral y mostrará las peores caras de sus rústicos orígenes.
La muerte misma dejará golpeado al galancete, quien no tarda en hundir sus románticas garras en Madeleine ¡frente al cadáver de su difunto marido! Ella, quien al principio se niega a los incorrectos deseos del muchacho, sucumbe insólitamente ante el vil ¿amor?
La rimbombante música clásica, varias veces le queda grande a este filme producido por Uberto Pasolini ( The Full Monthy ), donde la fotografía y algunas secuencias urbanas se llevan los aplausos.
En la novela se lo plasma a Duroy como alguien difícil, aunque la película lo muestre atribulado, pedante y con una superficialidad pasmosa. Es hilarante cómo Georges deslumbra a las mujeres y hasta comparte una mesa ¡con todas sus amante s juntas! ante la, no tan ingenua, presencia de sus parejas. ¿El rol de seductor encarcelará a Mr. Pattinson para siempre?