Belfast

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

El director británico Kenneth Branagh nos presenta su relato más personal y una de las grandes contendientes de cara a los Premios Oscars que entregará la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood el próximo 27 de marzo.

Kenneth Branagh es un director de origen irlandés que ha tenido una prolífica carrera cinematográfica tanto delante como detrás de las cámaras. En varias oportunidades ha sido el encargado de llevar a la pantalla grande adaptaciones de conocidas obras de Shakespeare como «Henry V» (1989), «Much Ado About Nothing» (1993), «Othello» (1995), «Hamlet» (1996), «Love’s Labour’s Lost» (2000) y «As You Like It» (2006). Asimismo, ha dirigido grandes blockbusters como «Thor» (2011) y «Artemis Fowl» (2020) para Disney e, incluso, ha trabajado en las más recientes adaptaciones de las famosas novelas de Agatha Christie, dirigiendo e interpretando al famoso detective Hercules Poirot en «Murder on the Orient Express» (2017) y «Death on the Nile» (2022).

No obstante, este año, Branagh decidió presentar la que hasta el momento es su obra más reflexiva y personal, titulada «Belfast». El largometraje compone una especie de retrato (casi) autobiográfico de lo que vivió el director durante su infancia a fines de los ’60 en la convulsionada capital de Irlanda del Norte. En aquella ciudad, Buddy (Jude Hill), va a la escuela en el medio de un ambiente que aglutina una lucha por parte de la clase obrera, una serie de cambios culturales y una especie de disputa violenta interreligiosa entre los católicos y los protestantes. El pequeño Buddy crece junto a su madre (Caitriona Balfe), quien hace malabares para mantener a su familia y alejarla de las deudas, mientras su padre (Jamie Dornan) trabaja en Londres y los ve esporádicamente cada dos semanas. Buddy es un chico inteligente y considerado que le gusta pasar tiempo en familia tanto con sus padres, primos y su hermano, como con sus abuelos (Ciarán Hinds y Judy Dench). Por otro lado, comienza a descubrir una pasión por el cine y también parece estar transitando por su primer amor al sentirse atraído por una niña de su clase. Todo parece incierto en la vida de Buddy y él solo busca, a su manera, mantenerse alejado de los problemas.

Branagh compone este crowd-pleaser con una mirada nostálgica sobre su ciudad natal de la que tuvo que irse con su familia a temprana edad, y manteniendo la emotividad y esa aproximación conmovedora como producto de centrarse o enfocarse la mayor parte del tiempo en esa mirada infantil e inocente que presenta el personaje de Buddy. Muchos fueron los que dijeron que «Belfast» es la «Roma» (2018) de Kenneth Brannagh, y probablemente solo tengan en común que están basadas en las memorias de las infancias de sus directores y el blanco y negro de sus fotografías, ya que mientras «Roma» representaba la México de los ’70 a través de un profundo drama centrado en una joven sirvienta que trabajaba para una familia acaudalada, «Belfast» propone la otra campana, la de una familia humilde presentada a través de los ojos de un niño. Obviamente, que tanto México como Irlanda del Norte estaban atravesando profundos cambios políticos y sociales que influyeron o contextualizaron a estos dos directores que crecieron en contextos similares, pero en jerarquías sociales diferentes. Sin embargo, yendo a un terreno más minucioso no podría haber films más opuestos que los dos citados.

«Belfast» es un coming of age bastante dramático, pero con una mirada un poco más esperanzadora que la que se aborda en «Roma». También podríamos decir que «Roma» es más arriesgada y cuestionadora en varios aspectos, mientras que «Belfast» busca una aproximación más contemplativa.

También puede que en cuanto a estructura narrativa y a guion (escrito por el propio Branagh) «Belfast» resulte más convencional, pero también apela a otras fibras sensibles y a otra introspección. Es como si el artista buscara llegar a ese momento en el que todo era más inocente, pero en donde se empezó a gestar esa semilla que lo llevó a tener sus sueños y metas, al mismo tiempo al que agradece tanto a sus padres como a su ciudad natal el haber andado ese camino. En ese sentido, es donde «Belfast» resulta sincera y funciona.

También funciona esa mirada más madura que pone en contexto el sacrificio de sus padres, y esas maravillosas y sentidas interpretaciones por parte de la revelación del film Jude Hill, y también de los fantásticos Balfe y Dornan que le ponen cuerpo y alma a sus personajes. Demás esta decir que lo de Dench y Hinds como los abuelos de la familia es superlativo y totalmente esperable de dos actores de ese calibre. Por otro lado, la banda sonora con una gran cantidad de temas de Van Morrison (cantante y compatriota de Branagh) ayuda a generar esa calidez y esperanza que busca transmitir el film.

«Belfast» es una película amable, maravillosa, entretenida y conmovedora. Probablemente muchos la critiquen por su sencillez y por su mirada ingenua sobre el contexto político en el que se desarrolla, pero justamente, el relato no busca adentrarse en dicho terreno sino más que nada en mostrar todo a través de los ojos de un niño, el mismo niño que 60 años más tarde rememora reflexivamente con calidez.