Dotada de múltiples aristas, la nueva película del notable y ya maduro cineasta italiano Marco Bellocchio, se introduce a fondo y con lucidez en temáticas incómodas y poco transitadas. Una trama controvertida que aborda asuntos teológicos, morales, políticos, sociales, mediáticos y familiares en su tratamiento. Vinculada básicamente a la eutanasia, esta mirada se integra a subtramas que entran y salen con fluidez e intensidad durante el metraje de una obra comprometida y atrayente.
La historia de Bella addormentata (Bella durmiente, no queda claro por qué se mantuvo el título original) está atravesada por el hecho real de una joven mujer llamada Eluana Englaro que, tras pasar 17 años en estado vegetativo, es dejada morir tras una larga batalla judicial y religiosa. Un caso que conmocionó a toda Italia y a Europa y sobre el que Bellocchio no hace una biografía, toma el hecho como referencia para ofrecer un puñado de historias en formato coral que sacuden y conmueven. Con un polo en la fábula de Perrault y la princesa de Disney y en el otro Mar Adentro de Alejandro Amenábar, el film del director de El diablo en el cuerpo y Vincere reniega de ambas vertientes y vuelca una mirada personal, por momentos desbordada y frenética, para hacer una verdadera radiografía de la condición humana. Una heterogénea galería de personajes transitan la pantalla a través de algunos intérpretes magistrales como Toni Servillo, la ascendente Alba Rohrwacher e Isabelle Huppert. Un film arduo, bello, de visión ineludible.