El Séptimo arte retrató en varias oportunidades el polémico tema del derecho a la eutanasia; recordar entre otras: Las invasiones bárbaras(Arcand, 2003), Million dollar baby (Eastwood, 2004) o Mar adentro (Amenábar, 2004).
Bella Durmiente, el último film de Marco Bellocchio (El príncipe de Homburg, La hora de la religión), toma como telón de fondo o disparador el emblemático caso de Eluana Englaro, quien paso 17 años en estado vegetativo luego de un accidente automovilístico hasta que su padre consiguió que se la dejara de alimentar en Febrero de 2009. El caso dividió a Italia entre quienes pedían por su vida y aquellos que suplicaban por su muerte. Tanto su primer ministro (Berlusconi) como el presidente de ese país (Giorgio Napolitano) tomaron posturas tanto en un bando como en otro.
Hay que diferenciar la muerte digna de la eutanasia. La primera, denominada ortotanasia, no contempla el adelanto inducido de la muerte del paciente (eutanasia), sino que se trata del derecho del paciente a rechazar medios y tratamientos que le provoquen dolor o sufrimiento, y esperar a que la muerte llegue.
Al aprobarse en Mayo de este año en el Senado la ley de muerte digna, Argentina entró a formar parte de una pequeña lista de países que ya han aceptado esta práctica; el caso símbolo fue el de Camila, una niña de 3 años.
El film muestra paralelamente tres historias que debaten sobre la vida y la muerte; la primera es la que se establece entre María (una ultracatólica que está en contra de la decisión del padre de Eluana) y su progenitor, un senador (quien está de acuerdo con la muerte de la joven); la segunda historia es la que se da entre una reconocidísima actriz (cuya hija también está en estado vegetativo) y el resto de su familia (quienes no apoyan la devoción de la mujer por la salud de la muchacha); y la última es la que entablan una mujer suicida y un médico.
El director declaró acerca de la problemática que plasmó en Bella durmiente: “Mientras los católicos puedan condicionar la vida política italiana, las cosas no cambiarán: será imposible votar una ley, incluso respetuosa, sobre el fin de la vida”; precisamente por el tema controversial que tocó, y dado el fuerte espíritu conservador de la sociedad italiana la película sufrió una pequeña manifestación ante el Palacio del Cine en la cual se repartieron panfletos que afirmaban: “Bellocchio mató a Eluana por segunda vez”.
Las escenas más interesantes de la cinta son: aquella en la que el senador reflexiona acerca de cómo se actúa cuando se tiene fe y otra en la que el mismo personaje (en un baño público) entabla una conversación con un psiquiatra. Dos detalles a tener en cuenta son: el periplo del discurso del senador y la quita de espejos de la casa de la actriz.
Bella durmiente es quizás el film menos político del director y además cae en varios lugares comunes y quizás en puntos algo forzados pero de todos modos sale airosa por el peso de sus historias y la calidad de sus protagonistas principales: la consagrada Isabelle Hupert, la ascendente Alba Rohrwacher y el desconocido Pier Giorgio Bellocchio (hijo del director).
Bellocchio mostró la dificultad de ver los grises de la vida, de llegar acuerdos, ya que lo habitual es pararse en los opuestos, en los extremos. Así podría pensarse en qué tipo de análisis concretó el realizador de 73 años; es decir, si su mirada fue optimista o no.