Lejos de la potencia melodramática de la genial Vincere, Marco Bellocchio construye aquí un mosaico de historias alrededor de los últimos días de vida de una mujer en estado vegetativo. En cierto punto, parece acercarse al Terenece Malick de El árbol de la vida, aunque el film opta por una humanidad mayor. Un ejercicio de estilo de un cineasta enorme, aquí en sordina.