¿Vivir y dejar morir?
El nuevo film de Marco Bellocchio se enmarca temporalmente en el año 2009, durante los últimos días de vida de Eluana Elgaro, una joven italiana que pasó 17 años en estado de coma. Esa historia atraviesa las otras tres que conforman el relato de Bella Adormentada (2012). La libertad de elección entre la vida y la muerte se convierte en el epicentro de un film que, a pesar de tratar un tema controversial en sí mismo, logra encarnarlo en los personajes con todas las contradicciones humanas necesarias.
Las tres historias del film se centran en la posibilidad de las personas de decidir entre la vida y la muerte, propia y ajena. Una madre con su hija adolescente en coma. Un doctor con su paciente suicida. Un padre y una hija frente a la agonía de la esposa y madre. La historia de Eluana se presenta como unificadora de los tres relatos, a su vez que permite representar la mirada pública sobre el tema. A punto de votarse una ley sobre la posibilidad de la personas de negarse a ser tratadas y elegir morir, la gente sale a las calles a manifestarse a favor o en contra.
La vida privada y la pública de alguna manera confluyen en la película. Pero lo verdaderamente interesante del film es que los personajes están atravesados por esa madeja de miedos e incertidumbres frente al dolor que padecen. Las personas que determinan su padecer están ausentes y, probablemente, lo sigan estando. Ante esa falta de respuesta cada uno mide su propia conciencia sin saber qué camino elegir y elegirle al prójimo.
Frente a la complejidad también se presenta La Iglesia, como una autoridad a veces incuestionable. Si bien Bellocchio parece también querer mostrar en este film que ni siquiera el peso que dicha Institución tiene en Italia consuela realmente a las personas en momentos límites como esos. Es así es que se hace presente una veta existencial muy fuerte que hace contrapeso a muchas verdades que sostiene la religión.
Dios, egoísmo, amor, piedad. Bellocchio propone abrir el juego a todos las cuestiones y los sentimientos que pueden aparecer frente al tema. Y eso hace al film más elocuente aún. Hay, sin embargo, una crítica muy clara del director. Cuando muestra al Senador que debe votar la ley de eutanasia y se debate a cada segundo por su decisión se puede entrever el abismo que se evidencia entre la frialdad y el desinterés del Gobierno frente a la realidad de las personas. Cuando el Poder pasa por encima de las necesidades de la gente sin medir nada más que los intereses políticos.
Cada historia que muestra el film puede ser una película en sí misma, por eso quizás aquí apenas se esbozan algunas palabras. Bella Adormentada continúa un debate que sigue instalado en la sociedad y al que muchas veces cuesta mirar de frente.