El sentimentalismo echa todo a perder
El Amor, el Tiempo y la Muerte visitan a Will Smith, en este drama ñoño que busca la lágrima fácil.
Un exitoso agente de publicidad queda fuertemente tocado tras la muerte de su hija. Tan tocado que, sintiéndose víctima de una injusticia, les envía cartas de decepción al Amor, el Tiempo y la Muerte. Literalmente, las escribe y las mete en el buzón. Le ocurre algo inesperado: Amor, Tiempo y Muerte vienen a visitarlo, cada cual en su momento, y le explican las cosas como son. En verdad, atrás de esto se mueve la mano de algunos allegados que mediante un truco quieren salvar la empresa donde todos trabajan.
Mucho más atrás, pero solo para cultores del teatro rioplatense, se mueve el recuerdo de aquel tremendo grotesco que hacía don Osvaldo Terranova, llamado "He visto a Dios". Un tano que sólo cree en la plata, enloquece ante la muerte de su hijo. Ahora clama por Dios. Unos vecinos se disfrazan de Dios, dándole consejos en beneficio de su nuera embarazada. No contaremos el final de esta obra, pieza maestra del entrerriano Francisco Defilippis Novoa, ni contaremos el final de la película que ahora se estrena. En un caso, por sus méritos. En otro, por sus deméritos.
Digamos simplemente que la idea de "Belleza inesperada" era interesante, el reparto es prestigioso (Will Smith, Helen Mirren, Edward Norton, Kate Winslet, Keira Knightley, Michael Peña), pero el guión es flojo, vago y sensiblero, la dirección anodina, y el resultado provoca lástima y vergüenza ajena. Hay algunos momentos elogiables, pero son los menos.