Ben-Hur

Crítica de Alex Arellano - CineFreaks

Sangre y redención

Presentación, conflicto y redención: tres ítems infaltables en las películas épicas con historias ligadas a cualquier tipo de religión. En este caso la remake de la aclamada Ben-Hur (1959), mantiene la misma esencia, cambiando detalles del guión para atrapar aún más al público y transmitir un mensaje un tanto más alentador.

Desde ya que la productora Metro Goldwyn Mayer se metió en menudo embrollo al tratar de revivir una de sus películas más exitosas. La realización de 1959 no sólo fue la obra más cara producida por la compañía, sino que además fue un éxito de taquilla y aclamada por la crítica. Tal es así que en los premios Oscar de 1960, Ben-Hur obtuvo once estatuillas, entre ellas: Mejor película, Mejor actor (Charlton Heston), Mejor dirección (William Wyler) e inclusive Mejor sonido (Franklin Milton).

Esta remake no fue una apuesta simple para la empresa del logotipo del león, inclusive la crítica señaló en la etapa de rodaje que las historias “épicas-religiosas” ya no tienen efecto en el espectador actual, y la taquilla norteamericana lo reflejó al recaudar poco más de diez millones de dólares, contra cien millones de gastos.

Timur Bekmambetov, director de Se busca (2008) y Abraham Lincoln: Cazador de vampiros (2012), ha sido el elegido para llevar a cabo este film. Desde el comienzo, la idea de hacer la película en 3D es inútil, ya que en ningún lapso de la obra se justifica la utilización de este recurso. Sin embargo logró imprimirle buenos efectos especiales para ambientar las escenografías. Hay algunas escenas destacables como el ataque de los griegos al navío en el que se encontraba Judah Ben-Hur.

El guión respeta la novela original de Lew Wallace, al igual que la película original. Sin embargo en esta versión se contrastan los tiempos y las intensidades. Los malos son más malos, los buenos son más buenos y hay cambios en circunstancias y personajes que modifican levemente detalles de la realización en comparación con la de 1959. La mayoría no interceden en el giro argumental de la novela, excepto una muy importante.

Pese a las cosas positivas que tiene esta remake, tanto desde la dirección como desde el guión no se logra compenetrar al público al cien por ciento. Si bien la película tiene cierto dinamismo en cuanto al correr de las escenas, la trama intensa hace que los diálogos se vuelvan algo tediosos y si el espectador se distrajo un segundo quizás se pierda algún dato relevante de la historia. El libreto solamente emociona al final de la obra.

Tanto Jack Huston como Tobby Kebbell se destacan en sus roles protagónicos, tanto en la química de su hermandad, como en la furia de su enemistad. Ambos actores despliegan carisma en sus interpretaciones y provocan una sinergia con el espectador. (Dato curioso: es impresionante el parecido de Huston con James McCavoy en muchos pasajes de la película). Sin embargo el mayor acierto del casting es la inclusión de Morgan Freeman en el papel de Ilderim, el actor no sólo realizó el papel de narrador en momentos de off, sino que además imprimió todo su potencial de un hombre sabio que entiende la vida e imparte su conocimiento de la misma. Su personaje es uno, sino el más, atrayente de toda la película, obviamente con la siempre llamativa aparición de Jesús de Nazareth y su crucifixión, con todo lo que eso conlleva dentro de la historia.

Ben-Hur (2016) es una jugada arriesgada de Metro Goldwyn Mayer que tiene algunos aciertos y pocos errores. Sin embargo no es lo suficientemente fuerte o atrayente como para superar el rotundo éxito de su antecesora. Es un género que en el último tiempo ha rozado el fracaso como el caso de Exodus: dioses y reyes (2014) que incluso contó con la participación del atrayente Chrstian Bale. Quizás desde la productora trataron de reavivar este tipo de films y se basaron en la repercusión de su versión original. Pero sin dudas este intento no cubrirá las expectativas ni el presupuesto invertidos en ella.