Llena de referencias cinéfilas
El tímido y apocado ingeniero de sonido Gilderoy (gran trabajo de Toby Jones), llega desde Inglaterra a Italia para trabajar en el estudio de Giancarlo Santini, un director de películas de terror de bajo presupuesto en la década del '70.
En ese universo saturado de personajes desaforados, en un ambiente que no logra comprender y en el que definitivamente se siente incómodo, fuera de lugar, Gilderoy tiene que luchar contra la antipatía de los compañeros, el idioma y una manera de hacer cine que lo sorprende y que, por supuesto, reprueba.
Pero, además, lo que sucede en el estudio comienza a alterar al protagonista, capas y capas de sonido de miembros cercenados, gritos de terror y sangre goteante hacen que el relato tome otra densidad, donde la realidad se percibe por las sensaciones de Gilderoy.
Ganadora de la Competencia Internacional del último Bafici, Berberian Sound Studio es una película con múltiples referencias cinéfilas, desde títulos como Blow Up (Michelangelo Antonioni) y La conversación (Francis Ford Coppola), un arco de autores que incluye a Darío Argento pero también a David Lynch y también la revisión homenaje al "giallo", el mítico género italiano que combinaba el terror y el thriller a partir de historias tomadas de novelas baratas.
En la primera parte del relato Peter Strickland (Katalin Varga, no estrenada comercialmente en Argentina) conforma una puesta en donde ese mundo extraño sólo tiene sentido para el protagonista cuando se concentra en su oficio, utilizando todo su ingenio para dotar de realismo a las escenas de horror, ayudado por verduras que son concienzudamente aplastadas para darle sonido a las acciones espeluznantes que se desarrollan en la sala de edición, un homenaje a los artesanos de sonido en el cine que también apunta al espectador, lo prepara para una segunda parte donde Gilderoy se sumerge en un universo más denso, lynchiano, de percepciones subvertidas, todo un desafío para descubrir y experimentar.