El trabajo de puesta en escena de una versión de La casa de Bernarda Alba es el disparador de este película singular y reticente a las clasificaciones que termina funcionando al mismo tiempo como homenaje cálido y cargado de humor a un un grupo de artistas que tuvieron un papel decisivo en la cultura del under porteño nacida en los años 80 -la escena que giraba alrededor del Parakultural con su impronta de liberación sexual y provocación política- y manifiesto a favor de la identidad trans.
Con inteligencia y atrevimiento, Diego Schipani y Albertina Carri le dieron forma a un guión que decantó en un documental en apariencia disperso y digresivo pero que en realidad refleja con fidelidad el espíritu anárquico de una movida valiente y contestataria.
Lo que podría haber sido el mero registro de una serie de ensayos y castings teatrales condimentado con algunos testimonios destinados a reconstruir una historia subterránea (fundamentalmente, los que con gracia y soltura aporta Willy Lemos, artista que fue parte del dúo Besos de Neón e interpretó al primer travesti del cine argentino en Tacos altos , de Sergio Renán) va adquiriendo gradualmente el espesor de un relato cinematográfico con vida propia que opera como memoria y balance de la resistencia (y la persistencia) de una vanguardia cuya revalorización está más relacionada con el reconocimiento de su papel político, más que con una legitimación consumada a partir de una forzada incorporación al mainstream .