Que bueno que es cuando en el cine argentino se juntan todos los elementos para que una película no solo sea del nivel de una de Hollywood sino que la supere en muchos aspectos.
Esto es lo que ocurre con Betibú, uno de los mejores policiales nacionales de todos los tiempos. Intriga, suspenso, nervios, humor, giros y contragiros resaltan en todo su esplendor.
Miguel Cohan vuelve a apostar al cine de género tal como lo hizo en Sin retorno (2010) y se supera a sí mismo por la gran puesta en escena y estética con secuencias muy logradas. La fotografía y edición están a la altura de la circunstancias y se nota con las excelentes escenas en donde las fotos viejas se transforman en flashbacks. Momento “pivotal” en la trama.
Y si hablamos de la historia, todos los condimentos necesarios del policial se encuentran ahí con una identidad bien argentina (o porteña) a través de una recreación muy realista del trabajo periodístico tanto de la vieja escuela (el archivo) como de las nuevas tendencias.
Pese a todo esto, Betibú podría no destacarse de la manera que lo hace si no fuera por el gran elenco que tiene y lo rico de sus personajes.
En el rol central tenemos a una enorme Mercedes Morán con un papel con varias capas y que capta enseguida la atención del espectador. Queremos a su personaje y nos preocupamos por él.
Alberto Ammann está muy cómodo en lo suyo y su personaje tiene la particularidad de que al principio cae mal y va ganándose el público de a poco. Todo lo contrario ocurre con Daniel Fanego, cuyo periodista investigador -que invitan a que se jubile- tiene las mejores líneas de la película y se hace querible al instante. Gran labor la del actor en donde cabe destacar que no se trata de un villano o antagonista tal como fueron sus últimos trabajos en el cine.
Mención aparte merece la participación de Norman Briski quien se roba las escenas en las que sale.
Lo único que se le podría criticar como malo al film son algunos de los elementos utilizados en el climax pero que no se puede mencionar porque sería un gran spoiler. De todos modos, va en cuestión de gustos y en “hasta dónde” llegó la imaginación del espectador que tal vez no puede conciliar sus predicciones con el resultado final.
Es hilar fino, pero cuando una película tiene todo y todo es de calidad hay que hacerlo.
Betibú es entretenida, rápida, divertida y vertiginosa. Un policial con todas las letras y, encima, argentino. Hay que verla.