Desquiciados con amor
Una pareja agobiada por preocupaciones, trágicas y absurdas, protagoniza esta comedia sobre la llegada a la madurez y con divertidas referencias a la cultura popular actual.
Los años más felices son entre los 40 y los 60. Es ahora, lo estamos viviendo." Bastante avanzada la película, la frase parte de Debbie (Leslie Mann) y tiene como destinatario a Pete (Paul Rudd), su aturdido esposo, al que le cuesta procesar que el caos en que está sumido junto a su pareja sea la mejor época de su vida. Él lo sabe y ella también.
Como una especie de desprendimiento de los personajes secundarios de Ligeramente embarazada –Debbie y Pete eran la hermana y el cuñado de la protagonista, interpretada por Katherine Heigl–, la cuarta película de Judd Apatow es una comedia sobre la llegada de la madurez y el momento de las decisiones que marcarán el resto de la vida.
Sin duda Apatow (Hazme reír, Funny People, Virgen a los 40) es uno de los pilares de la Nueva Comedia Americana, donde lo trágico y absurdo de lo cotidiano puede y debe ser material para la mirada irónica, y la llegada de la madurez, la resistencia a los cambios, es otro de los tópicos donde se asienta la NCA. Y ahí está el director neoyorquino para señalar el rumbo y hacer un mapeo de los sitios por donde pasan los 40 para las clases medias urbanas.
Desde las nuevas tecnologías y la penetración de las series en los diálogos cotidianos –prestar atención a una discusión entre padre e hija adolescente sobre las bondades de Lost versus Mad Men–, pasando por el miedo a los transgénicos y la necesidad de una alimentación sana, la pasión perdida en el matrimonio, Lady Gaga y George Clooney, hasta qué hacer con la vejez de los padres, las medicinas alternativas y la adicción al cigarrillo. En un todo donde una pareja busca reencontrarse y encarar una nueva etapa de sus vidas, Bienvenidos a los 40 hace un repaso de la cultura popular que atraviesa a los personajes, que los agobia como una montaña de preocupaciones que les impiden darse cuenta que lo suyo es bastante sólido. Solo deben relajarse.
Con un humor bastante feroz que deja al descubierto las debilidades, agachadas y sin sentidos de los protagonistas, Apatow logra un fresco generacional completo (gran trabajo de Rudd y del resto de la familia del director: Iris y Maude, sus hijas y su esposa Leslie), lleno de guiños y referencias para el espectador informado. Es cierto, como siempre en todos sus films, para el final el realizador deja un espacio para la tradición y la moralina, pero en este caso lo que se desprende de todo el relato –nada contradice el happy end del cierre – es el amor que mantiene unida a esa familia desquiciada. Como todas.