Made in USA
Bienvenido a los 40 (This is 40, 2012) no es solamente una comedia sobre un momento de la vida sino también una divertida radiografía de la cultura norteamericana actual y, en parte, de la nuestra. La irreverencia en el abordaje de casi todos los temas, marca personal de Apatow, alcanza aquí momentos de gran lucidez.
Debbie (Leslie Mann), Pete (Paul Rudd) y sus dos hijas son la típica familia americana de clase media, aunque bastante acomodada. Cumplir cuarenta años enfrenta a Debbie con una profunda crisis, pero no es eso lo único que sucede en el seno familiar: Pete tiene problemas financieros, aunque ayuda económicamente a su vividor padre sin decirle a su esposa; padecen día a día las peleas de sus dos hijas y el mal humor de la mayor en su entrada a la pubertad; ambos presienten que sus empleadas del local les roban dinero pero solucionarlo les implica una odisea detectivesca; Pete es adicto a los cupcakes, Debbie es incapaz de asumir su edad y además la relación entre ellos sucumbe ante cada pelea. A su manera, cada uno intentará recomponer su vida: ella con comidas sanas y terapia de pareja, y él apostando a que resucitar un grupo de los ´70 evite que su discográfica caiga definitivamente en la ruina.
En el gran cambalache de la era tecnológica, la forma de educar, de divertirse, de hablar, se transformó radicalmente, produciendo un desfasaje entre la velocidad de aprendizaje de los chicos y la capacidad para adaptarse a los cambios de los padres. Aquellos ya no juegan en la calle o construyen fuertes en su jardín, su vida ociosa pasa por otro lado: relacionarse con sus amigos por facebook, vivir conectados a través del I phone, o ver las temporadas de Lost en el I pad. La propuesta del film es entonces decir algo (aunque más no sea en el tono light de una comedia) de esta nueva era enviciada por la tecnología y la televisión.
La principal marca de la película son las constantes citas a fenómenos televisivos, musicales o cinematográficos actuales, la mayoría de las veces en tono de burla (“Tengo sexo como Ross, el de Friends” afirma Pete a su esposa). A partir de estas situaciones se deja entrever que este universo citado es, aunque no se quiera, un gran constructor de identidades en el siglo XXI. En la misma línea, Pete se pelea con su hija mayor por cuál serie es mejor, si Lost o Mad Men. La educación de los padres es incluso mediática: Debbie reemplaza su alimentación siguiendo consejos del Dr. Oz (famoso programa estadounidense sobre consejos de salud).
Las personales comedias de Judd Apatow siguen siendo sumamente efectistas a la hora de retratar la vulgaridad de la vida cotidiana desde una mirada sarcástica, ácida. Por este tamiz hace pasar gran parte de la cultura actual: la disfuncionalidad de las familias, el viagra, la terapia de pareja, el sexo, la marihuana, el colesterol, la obsesión por la juventud. Aunque su visión del matrimonio y el amor no es para nada desesperanzada, en el mismo tono irreverente tan característico, Debbie y Pete se terminan confesando que a veces piensan en cómo asesinarían al otro.
El universo Apatow está presente en cada escena de la película: en sus films los hombres son eternos niños que deben ser educados por sus parejas, el amor casi nunca es romántico, y la vida está llena de pequeños desencantos, aunque el humor a veces los tiña un poco de otro color.