La trillada cuarta década
Con este cuarto opus, Judd Apatow, confirma dos cosas: su incuestionable capacidad para escribir gags o chistes y por otro lado un preocupante reblandecimiento de su posicionamiento políticamente incorrecto cada vez que se trate de hablar o exponer temas vinculados a lo familiar y la institución familia como valor intocable.
El problema más acuciante de esta comedia Apatow, Bienvenido a los 40 (This is 40) –a esta altura ya es un género en sí mismo como Adam Sandler- que rescata a dos personajes secundarios de la correcta Ligeramente embarazada (Knocked up) como la pareja de Pete (Paul Rudd) y Debbie (Leslie Mann, esposa de Apatow) es sin lugar a dudas la acumulación de conflictos y el exceso en la duración del largometraje al que le sobran más de media hora y por el que desfilan una batería de chistes buenos, malos, y peores, en claras alusiones a los típicos conflictos de las crisis matrimoniales o de los 40 años.
Tanto Pete como su esposa se ven afectados por el avance de la edad y en el caso particular de ella en la negación del paso del tiempo más allá de las frustraciones personales como madre o empresaria de un pequeño negocio, que no puede manejar con holgadez. Además, ambos son padres de dos preadolescentes, Sadie y Charlotte (Maude e Iris Apatow, hijas del director), quienes suman a los problemas de pareja aquellos relacionados con la adolescencia y los conflictos de comunicación generacional, a pesar de tratarse de padres jóvenes y aggiornados.
Así las cosas, al derrotero de esta pareja de clase media norteamericana en crisis existencial se le unen un racimo de personajes secundarios interesantes como Larry (Albert Brooks), en el rol de padre de Pete, quien extorsiona emocionalmente a su hijo y vive de sus ahorros sin ningún escrúpulo, o la empleada sexy de Debbie a cargo de la infaltable Megan Fox, quien para este tipo de personajes no necesita ninguna preparación.
Pese a algunos aciertos en lo que a comedia se refiere, Bienvenido a los 40 no consigue afianzarse durante las dos horas y quince de largometraje, donde la repetición y la reiteración de fórmulas termina cansando al público como por ejemplo las referencias a la serie televisiva Lost y su final incomprensible.