Una película enmarcada en la época de oro del radioteatro argentino, y su sinergia de negocios circundante, puede ser una muy buena oportunidad para recuperar cierto halo nostálgico sobre ese emblemático medio de comunicación y su especificidad.
En el caso de “Bienvenido León de Francia” (Argentina, 2014), de Néstor Zapata, la intención está presente, más allá que el producto final posea algunos errores y algunas fallas en el plano actoral, su impronta supera estas carencias y con sus propias limitaciones arma un discurso que contiene una reconstrucción de época limitada pero honesta.
La historia es sencilla, Carlos Mendizábal (Raúl Calandra), una estrella de la radio, encabeza una compañía con la que no sólo produce el programa más exitoso, sino que también genera una obra de teatro presencial que recorre el país con las funciones repletas de fanáticos y espectadores.
A la compañía se presenta un día Blanquita (Sara Lindberg) con la intención de trabajar junto a León y así cumplir su sueño de trascender la aburrida rutina de pueblo a la que estaba sometida hasta antes de tomar la decisión de salir de su casa.
Mendizábal es ambicioso y hace uso de su poder de decisión aprovechando el apoyo de la emisora, y, tomando decisiones arbitrarias, las que, de un día para otro, y por motivos políticos, cambiarán radicalmente.
Zapata aprovecha el mundo de la radio y el teatro para explorar algunas relaciones entre los miembros de la compañía, y que, a pesar de estar trabajadas con trazo grueso (la señora experimentada, la actriz que intenta ascender a toda costa, la nueva, el ingenuo, el galán traicionero, etc.), en el reconocimiento de sus estereotipos justamente está la posibilidad de la identificación.
“Bienvenido…” se introdue en el detrás de escena de los actores, en sus miserias, en sus anhelos profundos y los ubica en un contexto hostil, en el que el decline de la actividad va de la mano del acoso y prohibición política de seguir avanzando.
Cuando Mendizábal es proscripto por el gobierno de turno, él persiste en su afán de perpetuar su fama a fuerza de impulsos que sólo lo complican más que ayudarlo.
La proscripción es aprovechada por algunos de los miembros del grupo como una vía de escape al protagonismo del actor e intentarán alinearse al grupo político para poder sacar así una tajada del millonario negocio que encabeza.
La vieja escuela se cruza con la nueva. La ambición cede el lugar a la inocencia y la exploración y el intento de trascender en la carrera abren una posibilidad basada en la convicción de aquella niña que se acercó más por fanatismo que por conocimiento a la compañía.
“Bienvenido León de Francia” es una película que aborda una etapa de oro de un medio que otrora era central y que a pesar de los vaivenes políticos supo buscar su identidad más allá de las decisiones contextuales que la afectaron directamente.