Revancha sangrienta.
Bienvenidos al infierno es una película nacional de terror, está dirigida por la realizadora Jimena Monteoliva y protagonizada por Constanza Cardillo, Demián Salomón, Marta Lubos, William Prociuk, Emiliano Carrazzore, Andrés Loteri y Lalo Rotaveria. El guion está firmado por la directora junto a su colega Nicanor Loreti (el responsable de renombradas películas de género como Diablo, Kyptonita o Punto Rojo) y también del autor Camilo De Cabo, en una narrativa que remite directamente al icónico e influyente cine de terror norteamericano de bajo presupuesto de los años setenta.
Lucía (Cardillo) escapa de un violento presente a la casa de campo de su abuela (Lubos), una anciana muda y solitaria. La joven está embarazada de su última pareja apodada El Monje Negro (Salomón), un oscuro hombre y líder de una banda de heavy metal. Pero la relación amorosa que tuvo Lucía con Monje no tiene nada que ver con el enamoramiento: él la secuestró, violentó y embarazó con fines muy perversos. Ese bebé que nacerá de su vientre será sacrificado en un siniestro y aberrante ritual satánico, dónde Monje será el líder y el resto de sus amigos demoníacos partícipes. Lucia, quién vive con los lógicos temores y traumas, se apoya únicamente en su Nona, pero a medida que su embarazo crece la señora se muestra muy interesada en cuidar del bebé, lo que la lleva a desconfiar de todo y todos. Su único afán será entonces salvar a su cría y a su vez la propia vida.
La realizadora Jimena Monteoliva presenta, a través de la historia que elige contar, una mirada puramente femenina y de denuncia hacia la violencia de género, un flagelo social que lamentablemente nos pega muy de cerca en nuestro país. Lucía será en el comienzo de la trama una víctima pasiva: deslumbrada como fanática de la música heavy del cantante y líder Monje, un hombre magnético, luego vivirá en carne propia el sometimiento y la violencia más machista. Posteriormente todo cambiará y será Lucía quién tomará los cuernos por las astas, como muy bien dice el refrán.
Estéticamente, los títulos iniciales de créditos en rojo son contundentes, a partir de allí la película se apoya en el subgénero slasher, ese donde los crímenes son sangrientos y mostrados con lujo de detalles. Su protagonista, Lucía, es una moderna y empoderada Final Girl, esa chica que sobrevive de la figura del asesino gracias a su inteligencia y entereza. El satanismo, un tema muy desarrollado en los filmes de género en la década del 70’, está integrado de una forma muy inteligente y corporizado en el antagonista Monje, un personaje perverso e inmoral. La banda de sonido, llena de música heavy a cargo del director de cine y músico Demián Rugna, responsable de la magnífica Aterrados (2017), colabora enormemente a crear un ambiente insano y de pesadilla a lo largo del metraje.
El imaginario sobrenatural es tomado con fuertes aristas de denuncia: hacía la misoginia, el femicidio y la libertad de elección. Lucía no eligió ser madre, su situación fue forzada y eso la llena de dolor e incertidumbre. El poder femenino que Lucía y su abuela tendrán en la trama será vital.
Bienvenidos al infierno está narrada por medio de vueltas en el tiempo, que casi en forma circular forman un todo. Según propias palabras de la directora su título refiere al infierno como un lugar siniestro en esta tierra: ese donde los hombres someten, violan y matan mujeres. Pero también uno donde esas víctimas pueden actuar, reaccionar y por fin tener su sangrienta revancha.