Mientras la Ciudad de Buenos Aires se llena de bicicletas larretistas, las pantallas reciben esta coproducción animada que tiene a sus protagonistas deambulando de a un lado a otro en dos ruedas. Emulando a “Cars” pero con una fallida puesta en escena del universo en el que piñones, cadenas, neumáticos y asientos configuran el imaginario de la puesta, a la desafortunada animación y diseño, se le agregan problemas narrativos severos en una propuesta que ni para los más pequeños funciona.
Bicicletas animadas Con un corte educativo y un mensaje directo, Bikes (2019), dirigida por Manuel J. García, es una fábula ecológica que busca afianzar entre los espectadores principios como la protección del medio ambiente y la preservación de la naturaleza. Bikes, que según su realizador es un homenaje a Cars (2006), transcurre en Spokesville, una ciudad armoniosa y tranquila, repleta de árboles de colores, donde brilla el sol, el aire es limpio y los edificios están construidos con elementos extraídos de un taller mecánico, alternados con otros de inspiración asiática y con carteles con rótulos en caracteres asimismo orientales. Allí viven felizmente las bicicletas, a los que se les ha agregado ojos y boca para humanizarlos y así conseguir captar la empatía del espectador. El protagonista de esta aventura es una bicicleta de montaña y color verde llamada Speedy, que se dedica a repartir el correo entre sus vecinos. Pero un día regresa a casa el admirado campeón local Rock Bikeson, quien auspiciado por empresarios y banqueros sin escrúpulos, intentará convencer a sus paisanos de que con un motor incorporado a sus estructuras corporales sus vidas –y su velocidad– mejorarán, sin desvelar las consecuencias nefastas que ello traerá para el medio ambiente. Tras el caos provocado por ese avance técnico tan dudoso, el resuelto Speedy, apoyado por sus amigos Piñon, Gassy y Montana, se tendrá que enfrentar a Rock en una carrera actualizada de aquélla de cuadrigas de Ben Hur y, con su triunfo, lograr erradicar la ambición materialista –y contaminante– de su ciudad. Una fábula de mensaje ecologista marcado, un tanto simple en su mecánica narrativa pero efectiva en sus objetivos, Bikes busca crear conciencia sobre la utilización de estos vehículos sin motor en lugar de los automóviles que contaminan ciudades como Pekín, Madrid o Buenos Aires y, de paso, transmite otros valores como la amistad, el deporte, el trabajo en equipo y la honradez.
Locomotoras, autos, aviones y bicicletas. La animación parece tener una especial fijación por tomar diferentes medios de locomoción, pasarles un filtro antropomorfizador y convertirlos en historias infantiles con moralejas aleccionadoras. El último intento de transformar a objetos inanimados en protagonistas es esta coproducción entre España, la Argentina y China, que con dibujos más bien rudimentarios imagina la vida en un pueblo habitado por diferentes tipos de bicicletas. El personaje central es Speedy, una bicicleta que sueña con participar en carreras como su ídolo Rock mientras se ocupa de repartir el correo en el pueblo. Con "homenajes" a Cars y Minions, Bikes tiene un mensaje ecologista que se pierde en un relato tedioso.
Es una coproducción Española y China, una primera alianza, con decorados y diseño de producción de aspecto cuidado, dirigida por Manuel J. García que puso en esta producción un acento puesto en la ecología, con intención didáctica. Una anécdota muy simple que pone animación en las bicicletas como protagonistas humanizadas, como “Cars”, pero sin su ingenio ni creatividad. Una ciudad ideal sin contaminación donde las bicis viven en su mundo ideal hasta que llega el hijo prodigo y admirado para pudrirlo todo. Introducir el motor a gasolina para hacer un gran negocio y contaminarlo ese pueblo impoluto. Por suerte un grupito de resistencia pone las cosas en su lugar. Solo para chicos muy pequeños pero que ya no estén seducidos por las maravillas de la animación que vemos habitualmente. Lo demás es diálogos y situaciones obvias y previsibles. Solo sobresale un fondo colorido y hecho con esmero.
Desde España y sumando una coproducción con Argentina y China, llega Bikes de Manuel J. García. La historia de Bikes sigue a Speedy, una bici de montaña que trabaja como cartero en la ciudad Spokesville. Este pueblo está orgulloso de tener un ambiente y un aire limpio, con mucho orden en sus calles. Todo cambia cuando Rock Bikeson, el héroe local, llega para presentar el motor de gasolina. El pueblo queda fascinado por esta nueva idea y se despreocupa de sus ideales, sólo para caer en la manipulación de los banqueros que controlan el pueblo. Bikes llega un poco tarde a la hora de contar una historia que ya hemos visto más de una vez en películas animadas. En primer lugar, tenemos una versión diferente de Cars pero con bicicletas. Y si esto fuera poco, el concepto de la modernidad frente a la tradición pueblerina es algo que ya fue contado, por ejemplo, en Metegol. Lo único que funciona porque está recalcado una y otra vez es el mensaje ecológico contrario al motor, el humo y el caos, frente a la ordenada y limpia ciudad de las bicicletas a pedal. La animación de Bikes es un poco rudimentaria, dejando de lado el presupuesto que tuvo la película. Tiene la difícil tarea de convencer a los chicos que están acostumbrados a los productos de las grandes compañías. Bikes de Manuel J. García tiene los valores clásicos de una película animada para chicos pero no aporta nada nuevo al género.
Spokesville es una población muy especial ubicada entre montañas y bosques y habitada por bicis antropomórficas. Speedy, es una bici de montaña rápida, valiente y adorable que trabaja como cartero en la oficina de Correo de la ciudad. Junto a sus amigos: Gassy, Piñon y Montana enfrentarán a un recién llegado que amenaza con contaminar su ciudad. Más allá de algunos hallazgos parciales en la animación, esta película española es un pequeño bochorno difícil de mirar. Por un lado es la versión en bicicletas de Cars y en segundo término realiza un discurso político tan confuso que no puede diferenciar la lucha por el medio ambiente de los avances de una sociedad. Los bancos y los motores son el mal, sin matices ni vueltas de ninguna clase. A lo largo de la trama se observan elementos que contradicen este discurso y muestran no infantil que resulta. Para que su discurso sea un poco más bobo, se considera el mal tanto al dólar como al euro. Tal vez los realizadores sueñan con una sociedad artesanal y sin tecnología, pero su sueño primitivo choca contra la tecnología del cine que les permitió hacer este film. Podría seguir, pero no merece más tiempo perdido esta película llena de falacias y verdades a medias. La animación hacia el final parece una publicidad de estaciones de servicio, como contradicción estética definitiva.