Fama o Prestigio
El director de "Amores perros", "21 gramos" y "Babel", entre otros films, plasma en su nueva película -nominada a 9 premios Oscar- una feroz crítica a las celebridades y la absurda inmediatez actual de la fama en tiempos de Facebook y Twitter, sumada a la eterna disputa sobre al arte entre el teatro de Brodway y la industria cinematográfica de Hollywood, en una propuesta que atrapa tanto a nivel visual como argumental.
La película plantea al espectador un juego de espejos entre los personajes de la ficción y sus intérpretes, donde Michael Keaton interpreta a una antigua estrella de películas de superhéroes -como si tratase del Batman de Tim Burton- que pasados los años se empeña ahora en convertirse en un reputado actor y director teatral de éxito dirigiendo en Broadway una adaptación de la obra “De qué hablamos cuando hablamos de amor”, de Raymond Carver, a pesar de que el mundo le ha encasillado por su papel como el superhéroe Birdman.
Con un comienzo que trae a la memoria el magistral plano secuencia de The Player -1992-, de Robert Altman, Iñárritu construirá un relato sin cortes aparentes en un largo y trucado plano-secuencia que deambulará entre bambalinas, pasillos y camerinos de un gran teatro –incluso el mismísimo Times Square - con el que iremos descubriendo los diferentes personajes, todos ellos conflictivos y desquiciados, y sus historias relacionadas, donde el centro de todo es el actor, con sus vanidades y sus miedos.
Nadie mejor que Keaton, encasillado en el papel del murciélago de Tim Burton, para dar vida a un Birdman que ha sido pero ya no es y quiere volver a ser pero diferente, en una especie de Quijote incapaz de amoldar sus sueños con la realidad. Y un Edward Norton, dispuesto a reírse de sí mismo -son bien conocidas sus problemáticas relaciones con directores y productores-, en el papel de la ególatra y arrogante estrella de Broadway que intenta arrebatar el control de la obra a Riggan, conformarmando estupendos duelos interpretativos que parecen reales.
A pesar de que todos los personajes son creados para ir definiendo a Birdman, la jerarquía de un elenco de estrellas hace que también brillen Zach Galifianakis, su abogado y mejor amigo Brandon, demostrando que no solo puede hacer comedias absurdas; Naomi Watts la actriz que intenta hacerse un camino a la fama en Broadway y la siempre fascinante Emma Stone -nominada a mejor actriz de reparto-, en su papel de joven rebelde y traumática.
Con sarcasmo y pinceladas de surrealismo, Birdman construye una interesante historia que satiriza la naturaleza cambiante de la fama, la figura del actor, el teatro y sus egos, la pugna entre la fugacidad del éxito y el miedo al fracaso, en un mundo donde las redes sociales se imponen y diluyen los límites entre fama y prestigio.
Birdman atrapa desde el comienzo y absorbe al espectador casi hasta el desenlace, donde dilata un poco el final ya anunciado, pero se redime con una ingeniosa vuelta de tuerca que dejará volando a varios espectadores.
Mención aparte merece la banda sonora, que usa inteligentemente los solos de batería -por momentos diegética y por otros extradiegética- para marcar el ritmo el y movimiento de una cámara que no para de seguir a sus personajes.