Basada en un ego real.
González Iñárritu ha sabido hacernos sufrir. Amores Perros y 21 Gramos fueron dos grandes películas que revolucionaron el cine dramático, a lo que Hollywood le encontró el costado comercial, como siempre. Los proyectos posteriores del director mexicano cayeron en la monotonía absoluta y en la repetición de una tortuosa fórmula que impacta una o dos veces, y luego simplemente fastidia. Hacer sufrir al espectador hasta el hartazgo a veces es contraproducente, y González Iñárritu lo ha entendido. Birdman es una fantástica reinvención de su arte, y es perfecta por donde se la mire.
Técnicamente no debería haber debate: Birdman es cinematográficamente insuperable. Es una película filmada enteramente en plano secuencia, sin que se perciban las transiciones, lo que habla de un arduo trabajo del director, los actores y los editores. Es muy difícil lograr el resultado final de esta obra maestra, porque necesita de todas las piezas funcionando en perfecta armonía. Lo curioso es que lo logra, y la experiencia es original e inédita: algo así como una obra de teatro de escenario dinámico y con edición digital interactiva.
En lo narrativo habrá seguramente un debate más acalorado. Birdman es una minuciosa introspección del ego humano a través del mundo del espectáculo, ámbito sin lugar a dudas paradigmático en la materia. Es drama, pero también es comedia. Es trágica y cómica a la vez, pero por sobre todas las cosas es sutil. El director juega mucho con su currículum fílmico dentro del guión, amagando constantemente con hacer resurgir la receta que lo hizo conocido. Me gustó ese juego interactivo con la audiencia, porque de alguna manera sirve de autocrítica de su trabajo pasado, al tiempo que sorprende con una frescura inédita en su modo de relatar historias. Birdman es completamente diferente a todo lo que ha hecho González Iñárritu a la fecha, en el mejor de los sentidos.
Los premios no definen la calidad de una película, y un Oscar suele no ser garantía de nada. Birdman no es excelente por haber ganado el máximo galardón de la industria, sino por despuntar una tragedia de la vida real con deliciosa cinematografía y compromiso argumental. Es uno de los dramas mejor ejecutados que he visto en mi vida, y sin dudas la mejor película de 2014, junto con Her.