La inesperada virtud de la muerte
Cuando miré Birdman tuve la sensación de meterme en un laberinto sin salida. Un laberinto plagado de criaturas aterradoras que salían de todos los recovecos posibles para arrastrarme con ellos de vuelta a sus miserias. Pero esta fue solo mi primera impresión. Una vez que me adentré en la historia empecé a distinguir que este lugar donde me había metido no eran más que los pasillos detrás del escenario de un pequeño teatro en Broadway y que estos monstruos aterradores sólo eran las personas que componen la historia.
Birdman no me resultó fácil de ver. Tampoco es una película típica. Quizás eso la hace tan interesante.
Michael Keaton se pone en la piel de Riggan, un ex actor de Hollywood, quien, luego de meter tres éxitos de taquilla como Birdman, lo pierde todo. Por eso es que decide poner su cuerpo y la poca alma que le queda en una nueva obra de teatro que dirige y actúa. En el medio de un ensayo uno de los actores sufre un accidente que lo inhabilita y su lugar lo toma el taquillero actor Mike que es interpretado por Edward Norton. El tema es que este actor viene a revolucionar la obra de teatro y a todos los personajes en ella, sobre todo al ex Birdman, con una visión muy particular del mundo y del teatro.
Como mencioné antes, la película es difícil de ver. Es oscura, intrincada y la banda sonora (a cargo de Antonio Sanchez) por momentos se torna exasperante. Pero todo esto deja de importar una vez que uno se mete un poco más en la historia y en estos personajes que cuestionan una y otra vez la importancia de ganarle a la muerte y lograr trascender. Dejar un legado, algo, lo que sea para no caer en el olvido.
Birdman también explora el temor a la soledad y las distintas formas que tienen las personas de relacionarse para evitarla. Temas sumamente interesantes y con los que la audiencia puede identificarse fácilmente.
Yendo al aspecto más técnico, Birdman utiliza en reiteradas ocasiones el recurso narrativo y estético del plano secuencia, que, en los laberínticos y cerrados pasillos del teatro, atrapa al espectador y lo hace parte de la claustrofobia que viven los personajes. La fotografía descarnada y oscura, con tonalidades verdosas transforma a los cuerpos y los hace frágiles, expuestos y vulnerables. Simples mortales. Todo esto hace que uno sienta la confusión y el temor de Riggan y de todos los que habitan ese teatro en primera persona.
Las actuaciones son increíbles. No puedo ponerme de acuerdo conmigo misma para definir cuál de todos es el que se roba la película. Emma Stone, como la hija de Riggan, hace la actuación de su carrera. Bien merecido tendría el Oscar al que está nominada. Edward Norton continúa explorando con personajes oscuros y retorcidos, con resultados impresionantes. Y Michael Keaton en su papel de tipo triste que no puede escapar de su pasado se lleva todos los aplausos.
En conclusión, Birdman es una experiencia atrapante, que entrelaza historias y dramas complejos, la gran habilidad para la narración de González Iñarritú y unas actuaciones asombrosas. No se la pueden perder.
Por Mariana Van der Groef