Cuando Christian Bale era todavía un desconocido, Michael Keaton era Batman. Hizo del célebre murciélago en dos películas de Tim Burton y fue el superhéroe del siglo XX, además de convertirse en superestrella en el camino. Pero pasaron los años, y Keaton se tuvo que contentar con armar su carrera con papeles menores y mediocres en películas insulsas. El tiempo lo convirtió en un nombre de pasada, que no llegaba al oído de las nuevas generaciones ni por casualidad. Y de pronto llegó Birdman.
La nueva película de Alejandro González Iñárritu inauguró en agosto una nueva edición del Festival de Cine de Venecia, y a partir de ese momento el mundo comenzó a susurrar: "Keaton está de vuelta". Y estos susurros se convirtieron en aullidos que llegaron resonantes a los oídos de la Academia, que nominó al filme en nueve categorías, incluyendo mejor película, mejor director y mejor actor.
Birdman podría definirse -si se quiere y si es totalmente necesario- como una tragicomedia con elementos fantásticos, de esos que no se cuestionan ni tienen explicación, muy al estilo García Márquez o Murakami. Riggan Thomson (Keaton) es un actor caído casi en el olvido, que se hizo famoso años atrás por su papel como el superhéroe volador Birdman. Con el objetivo de alcanzar un reconocimiento de la crítica y del público por igual- que él cree merecer- lucha por recuperar su tan codiciada fama junto con su autoestima y valía al montar una obra "de calidad" en el despiadado Broadway.
Y son los paralelismos entre la vida de Keaton y el personaje de Riggan los que hacen que esta concepción brillante de Iñarritú haya cobrado vida de una manera inesperada y grandiosa. Filmada en lo que para el ojo inexperto parece a primera vista una sola toma, Iñarritú logra armar una película cuya continuidad y narrativa va en crecimiento hasta el momento del clímax en un estilo a lo chejoviano, en el que todo se derrumba y a la vez renace.
Y Keaton interactúa de una manera inverosímil y espectacular junto con sus compañeros de elenco, que incluye a Edward Norton, Emma Stone y Naomi Watts, que interpretan a personajes que parecen ser parodias de sus propias vidas y personalidades.
Birdman es una obra maestra. Y no es precisamente sorprendente que haya salido de la intrincada y peligrosa mente del mexicano que también dio origen a Amores Perros, 21 Gramos y Babel. Pero la energía de esta película es única e inesperada, y rebota minuto a minuto como un cohete que busca desesperadamente encontrar la salida para estallar en miles de chispas relucientes y vivas, y alcanza, de este modo, el éxtasis final con un bang y un par de alas.