Una lisérgica tragicomedia en plano secuencia
Cuando me puse a revisar la oferta de películas en el Festival de Mar Del Plata y vi que en el listado figuraba Birdman, inmediatamente paso a mi lista de indispensables; la que tenía que ver o ver. La prensa internacional de todos los sabores y colores dijeron que se trata de toda una proeza a nivel dirección por parte de Alejandro González Iñárritu y un laburo de Michael Keaton que está para llevarse todos los premios. ¿El producto final estará a la altura de tanto hype? A continuación mis dos centavos al respecto.
Entre el ego y la locura
Riggan Thomson (Michael Keaton) es un actor que supo conocer la fama a dar vida a un superheroe llamado Birdman en una trilogía de películas estrenadas durante los años ’90. Los años posteriores no lo trataron muy bien, y ve en la adaptación teatral de un cuento de Raymond Carver (¿De que hablamos cuando hablamos de Amor?) la posibilidad de recuperar no solo su estatus perdido, sino de alcanzar el prestigio artístico que le fue esquivo incluso cuando conoció las mieles de la fama. Pero esta no es la única de las preocupaciones de Riggan, es apenas un escenario, literal y metafóricamente, donde los dilemas de su vida personal y profesional empezarán a pasarle factura: una hija a la que prácticamente desconoce (Emma Stone), un excéntrico actor obsesionado con el realismo que no hace más que darle dolores de cabeza (Edward Norton) y una amante quien le reprocha su falta de compromiso (Andrea Riseborough).
Seamos justos; esta es una historia que ya vimos mil veces, con subtramas que hemos visto mil veces, pero no puede negarse que Iñárritu y sus guionistas le encontraron vueltas originales, cómicas, hasta incluso fantasiosas. También se las arregla para atacar a los críticos y a la predominancia de las redes sociales que están tan en boga estos días. Las preguntas son ¿La comedia es funcional a la trama? Sí. ¿La fantasia es funcional a la trama? Si, pero hasta ahí. Pero estos dos elementos ayudan a sostener la historia en un nivel básico, mas que ayudar a sólidificarla. Pero que conste en acta una cosa: Que te doblás de risa, te doblás de risa.
La Jaula del Pájaro
Birdman es toda una proeza técnica, cabe decirlo. La mejor manera de resumirlo para que se den una idea, lectores, es apelar al famoso plano secuencia de El Secreto de sus Ojos, que no es un plano secuencia hecho y derecho sino varios planos cosidos entre sí mediante efectos visuales para que parezcan uno solo (en caso de que recién te enteres, lamento haber roto la magia). Bueno, Birdman es 115 minutos de eso. Aunque hay veces donde se percibe claramente el paso del tiempo, la continuidad emocional en la marcación actoral fue crucial para que el truco salga fluido.
Por el costado actoral, Michael Keaton entrega una interpretación sólida, comprometida y multidimensional. Aunque para mi tiene mas madera de nominado a premios que de ganador asegurado, no me cabe la menor duda que la industria lo va a empezar a ver con mejores ojos, y a apostar en él como no lo hicieron antes. Por fuera de Keaton, el resto del reparto entrega interpretaciones hilarantes y a la altura del desafío transmitiendo a la perfección la neurosis de sus personajes; en particular Naomi Watts, Andrea Riseborough y Zach Galifianakis. Pero el que se roba la película y se lleva las palmas (cuando apareció su nombre el publico aplaudió a manos rojas) es definitivamente Edward Norton. El actor al que da vida es políticamente incorrecto, escatológico y absolutamente desopilante; cuando comparte escena con Keaton es todo un duelo.
Conclusión
Aunque el resultado final es muy sólido, crítico, y definitivamente entretenido, Birdman no me parece el caballo para temporada de premios que muchos creen. Pero aunque la propuesta es definitivamente inusual, y hasta demasiado artística para las sensibildades mainstream, van a pasar un muy buen rato en el cine. Si la eligen, mal no la van a pasar.