El sacrificio emocional
Javier Bardem conduce el drama de un hombre que sabe que morirá.
Uxbal es un hombre común viviendo circunstancias extraordinarias. Vive, también, en un mundo en el que la sordidez es moneda corriente. Tanto a su alrededor (González Iñárritu sitúa las acciones en el barrio pobre de El Raval, el costado menos glamoroso de Barcelona, donde inmigrantes ilegales, latinos, africanos y asiáticos son explotados y trabajan en talleres clandestinos como un modo de sobrevivir) como puertas adentro.
Su departamento dista de ser un modelo -los bichos que Uxbal ve en el techo son más que una alegoría-, pero es en el interior del mismo, con sus hijos pequeños a los que cría y de quienes tiene la custodia por la bipolaridad de su ex mujer (la argentina Maricel Alvarez, notable), donde el hombre se encuentra mejor. Puede molestarle que Mateo patee la mesa al comer –la paternidad vuelve a ser un tema recurrente en la filmografía de Iñárritu- y es allí, sentados a la mesa o en la cama, donde se dicen y explicitan temores, problemas y alegrías de esta familia desarmada.
Ah, Uxbal se entera de que tiene cáncer y le quedan pocos meses de vida.
El título del filme ( Hermoso ) es la antítesis de lo que se ve en pantalla. Aunque el espectador puede hallar aquí o allá momentos luminosos, más que nada en la relación de Uxbal con sus niños.
En esta película “circular”, en vez de las enrevesadas historias cruzadas que confluían en sus filmes anteriores ( Amores perros , 21 gramos , Babel ), el tema de la muerte, tan familiarizada a la cultura mexicana, vuelve a ser recurrente. El dolor que se siente es continuo y al salir del cine uno tiene algo así como la necesidad de pegarse una ducha.
Sin Javier Bardem, el sacrificio emocional que realiza Uxbal llegaría al espectador de otra manera. El actor decididamente se roba la película, y no sólo porque esté el 99% de la proyección en pantalla. No se trata de proporción sino de presencia.
Uxbal es un marginal, sí, pero trata de emerger de la miseria, un término que se podría utilizar aquí para denominar más de una coyuntura. El hombre de ojos cansados puede comunicarse con los muertos, y sabe que no debería cobrar por ese don. Pero lo hace… El filme shockea desde el realismo y desde las cosas que Uxbal, entonces, imagina. Esta vez Iñárritu deseó contar la historia desde el punto de vista de un solo personaje, y sobre él recae la cámara en mano su habitual iluminador, Rodrigo Prieto (también, Frida y Secreto en la montaña ).
La angustia y el tormento por los que atraviesan Uxbal y quienes lo rodean son ciertamente agobiantes. No hay regodeo en el sufrimiento ajeno, pero se los muestra con detalles como para que el golpe no pase de-sapercibido. Si el filme es esperanzante o desmoralizador, la respuesta la tiene cada espectador.