Dentro de una franquicia caótica que ofreció numerosas decepciones, producto de una mala gestión del estudio Warner, Black Adam aporta una película decente que sorprende por su cariñoso espíritu comiquero.
Algo inusual en estos días donde la tendencia es distorsionar estas propuestas con el fin de llegar a un público general que no consume el género más allá del cine o productos de merchandising.
La mayor virtud que se le puede rescatar al nuevo trabajo del director Jaume Colet Serra (Jungle Cruise) es que toma el riesgo de no traicionar la esencia de este personaje y aquellas cualidades que lo hacen atractivo.
El concepto del anti-héroe que se desenvuelve en un limbo de moralidad con un dudoso respeto por la vida humana está muy bien trabajado en la representación del protagonista y le aporta matices interesantes a este universo de ficción.
Warner probablemente no va a vender muchas mochilas escolares con la figura de Adam pero la película le hace justicia y también despega a The Rock de los roles que suele repetir a menudo en sus trabajos.
Su labor es correcta y le comprás con facilidad el personaje.
La historia añade además a la presentación de la Sociedad de la Justicia que es extraña porque deja la sensación que nos perdimos una película anterior antes de encontrar al grupo en este conflicto.
La Sociedad es un conejo de la galera que sacan de la nada y si bien el equipo despierta interés le faltó un poco de trabajo al guión a la hora de explicar su introducción.
Aldis Hodge hace un gran trabajo con la interpretación de Hawkman mientras que Pierce Brosnan la rompe con un Dr Fate fantástico que contiene toda la magia que brilló por su ausencia en la falsa continuación de Dr Strange.
Cada intervención del actor se disfruta muchísimo y deja con ganas de conocer más sobre el mundo de donde proviene su personaje.
Por el contrario, Noah Centineo y Quintesa Swidell, como Atom Smasher y Ciclone respectivamente, cuentan con una presencia testimonial dentro de la organización de Hawkman y terminan un poco desdibujados, ya que la narración no encuentra el espacio para darles una mayor intervención.
En lo referido al villano, el gran talón de Aquiles, del género es una figura olvidable pero funcional al conflicto.
El corazón de la historia en realidad se centra el choque de ideologías que se da entre Adam y la Sociedad de la Justicia en torno al concepto delo que significa ser un héroe.
Un tema que aporta algunas escenas interesantes.
Con respecto a los aspectos visuales esta es la mejor película que presentó el director hasta la fecha.
Toda la experiencia que adquirió en los últimos años en sus colaboraciones con Liam Neeson en el cine de acción acá la puso al servicio de género de superhéroes, donde ofrece algunos momentos magníficos.
La presentación estética de las secuencias de peleas y persecuciones son formidables y el film inclusive sorprende con algunas composiciones de planos que buscan emular viñetas de cómic que son bellísimas.
En un aspecto más negativo se le puede objetar cierto abuso de la cámara lenta, muy propio de la escuelita Snyder, que se podía haber evitado pero es justo mencionar que tampoco llegar a ser una molestia.
Dentro de una franquicia tan castigada como la de DC, Black Adam es una película que no decepciona en materia de escapismo pochoclero y entusiasma por conocer más sobre los nuevos personajes.
Se agradece también que el director no le hiciera perder el tiempo al público con una escena post-crédito estúpida, muy propia de esas producciones donde los superhéroes compiten por ver quién es el mejor comediante de stand-up.
En este caso el fragmento tiene una finalidad argumental y funciona como epílogo de la introducción de Adam.
Para los seguidores del género recomiendo darle una oportunidad a esta nueva propuesta de DC.