DC se despide por este año de los cines con la introducción del villano/antihéroe en lo que parece ser un relanzamiento del universo iniciado con Man of Steel, de Zack Snyder. A pesar de algunos despropósitos, la nueva película de Jaume Collet-Serra logra ser lo suficientemente atractiva para que Black Adam siga haciendo destrozos en futuras películas de la franquicia.
Si uno deja pasar que utilizaron «Paint in Black» en una de las secuencias más bochornosas del cine de superhéroes, puede alegrarse bastante con el resultado final de Black Adam, una película que no está exenta de varias objeciones, pero tampoco es merecedora de las contundentes y bajas cifras del “tomatómetro”, que no ha recopilado reseñas del todo positivas para la nueva producción de Dwayne Johnson.
Tras un abordaje más solemne con The Batman, DC retornó a un tipo de propuesta más típica en las estructuras habituales del cine de superhéroes, algo similar a lo que hizo con la película en solitario de Aquaman. Dichas estructuras –detalles más, detalles menos- suelen asimilarse en materia de acción, de humor, de duración y hasta de exigencia al espectador. La fascinación por el género ha impuesto condiciones sine qua non que apuestan a lo seguro. Indudablemente, los grandes estudios prefieren que la falla de un producto esté ligada a cuestiones de fuerza mayor que los exceden antes que haber dado luz verde a una propuesta innovadora que solo consigue el rechazo del público. Como era de esperarse, Black Adam no es la excepción a la regla, aunque al menos logra explotar con bastante acierto estas estructuras del cine de súper –y anti- héroes, lo que no es poco si recordamos algunas de las últimas propuestas del género.
Entre esos factores infaltables, varias películas introductorias coincidieron en que es determinante priorizar las expectativas a futuro, un trabajo clave en franquicias consagradas e infinitas o que desde hace un tiempo están tratando de despegar, con DC en esta última situación. La nueva película de Jaume Collet-Serra (La huérfana, Jungle Cruise) es consciente de ello, aunque al menos logra sostener el interés por el “ahora” con varias cuestiones inesperadas.
Claro que una de esas cuestiones no es el conflicto principal, predecible (y hasta un tanto repetitivo) como es usual en las bienvenidas de estos personajes. Tampoco el desarrollo minucioso de sus personajes, que sin mucho preámbulo quedan introducidos en el caos, explosiones de todo tipo y se adueñan de diálogos bastante limitados. Sin embargo, el asombro lo generan algunos de los personajes secundarios, como Hawkman (Aldis Hodge) y, principalmente, el Doctor Fate (Pierce Brosnan). Sí: el reconocido actor irlandés puede darle un enorme salto de calidad a una propuesta que no tiene mucho interés en destacarse en cuestiones interpretativas, algo que queda más que claro en el resto de los personajes.