Una superheroína en busca de la historia perdida
Finalmente “Black Widow” llegó a los cines, después de más de un año de espera, en el contexto de la pandemia, con la capacidad de las salas reducida, y también en la pantalla chica, en el premier access de Disney+. Es el “tanque” que la industria esperaba, lo nuevo de Marvel después del taquillazo de “Avengers: Endgame”, y un proyecto largamente planeado por su protagonista y productora ejecutiva, Scarlett Johansson. Ahora bien, la pregunta es si el resultado está a la altura de tanta expectativa, y la respuesta es simple: es difícil que Marvel falle. Con más de 20 películas del MCU, Kevin Feige y su equipo lograron una fórmula que rara vez defrauda: un gran trabajo sobre los personajes, un poco de acción, un poco de humor y dejar la solemnidad de lado.
“Black Widow” simplemente cumple cuando se limita a la fórmula (en un sentido es la típica película que explica el origen del personaje), pero también se anima a ir un poco más allá cuando se convierte en un thriller de espías cruzado con un drama familiar. La directora australiana Cate Shortland (“Lore”, “Nunca te vayas”) dijo que sus principales influencias en este caso fueron “Sin lugar para los débiles”, “El silencio de los inocentes” y “Oldboy”, entre otras. Risas aparte, digamos que las referencias más directas pasan por la saga de James Bond, la serie “Killing Eve” y hasta “Misión imposible”. Lo cual está perfecto. De hecho, la secuencia inicial es de lo mejor de la película: ahí está Natasha Romanoff (futura Viuda Negra) en versión adolescente, en 1995, viviendo en el medio oeste norteamericano con sus padres y su pequeña hermana Yelena, la única que no sabe que esa feliz familia es sólo una ficción creada por la KGB. Una noche, en medio de la cena, la familia tiene que huir a las apuradas, perseguida por la policía. Su destino es Cuba, y de ahí volarán a Rusia, con las hermanas cruelmente separadas.
El tema clave de la película es la identidad. Hay muy buenas escenas de lucha cuerpo a cuerpo, hay un toque de humor (fallido) en el personaje de David Harbour, hay empoderamiento femenino y metáforas que remiten a las mujeres tratando de escapar de un sistema opresivo. Pero en el centro siempre está la búsqueda de Natasha Romanoff por saber quién es, reflejada en el reencuentro con su hermana Yelena (Florence Pugh) y con la conflictiva historia de su pasado.
Scarlett Johansson se calza por última vez el traje de Black Widow con convicción y un dejo de nostalgia (¿será realmente su despedida del personaje?), y le pasa la posta a la británica Florence Pugh (estrella de “Mujercitas”), que promete ser una potente sucesora. Parece que el futuro de los éxitos de Marvel está asegurado.