Dentro del universo cinematográfico de Marvel Black Widow siempre fue un personaje menospreciado que los productores no supieron aprovechar. Recién cuando Warner la pegó con Wonder Woman consideraron la posibilidad de darle una película a la espía rusa donde se pudiera desarrollar más su historia personal.
Lamentablemente eso no llegó a suceder porque las reglas de mercadotecnia en este tipo de franquicias pesan más que los riesgos artísticos.
Una desventaja que siempre afectó a esta heroína es que las características esenciales de su personalidad y el tono de las historias que brindó en el cómic no son compatibles con la fórmula de cine familiar, para todos los públicos, que ofrecen Marvel y Disney.
Para hacerle justicia a Natasha Romanoff era inevitable salir de la zona de confort comercial y jugarse con una propuesta diferente y el tema es que no hay un interés del estudio por seguir ese camino.
Por consiguiente, todo lo que puede ofrecer Marvel de la mano de Kevin Feige y Victoria Alonso es una película de relleno insípida y sin corazón, que decepciona por su pereza creativa y falta de inspiración.
No ayudó tampoco que el guión quedara a cargo del siempre inepto Eric Pearson (Thor: Ragnarok), quien ni siquiera se tomó el trabajo de por lo menos leer el perfil de Wikipedia del personaje.
En más de 50 años de vigencia en la cultura popular, Black Widow jamás protagonizó un argumento tan bobo como el que se presenta en este film y por eso este estreno deja un sabor amargo.
La viuda les servía en bandeja la posibilidad de sorprender a los espectadores con algo diferente y fueron a menos con una película que le queda chica a esta heroína.
El conflicto central se relaciona con un científico loco que crea mercenarias con una fórmula ridícula en un cuartel flotante. Dejemos de lado lo que hicieron con el villano Taskmaster donde se repiten errores de Iron Man 3 que pensamos que no volveríamos a ver.
La dirección de Cate Shortland presenta un film conservador que hace lo imposible por evadir los aspectos más oscuros de la protagonista y su historia de origen. En cada oportunidad que el relato amaga con entrar en alguna cuestión turbia enseguida caen los chistes y diálogos tontos para que esta producción no se desvíe de la fórmula Marvel.
Se percibe un conflicto interno permanente en esta cuestión como si la directora hubiera tenido la intención de desarrollar una narrativa más oscura que fue contenida por el estudio. El actor David Harbour a cargo de una versión payasesca de Red Guardian parece haber sido incluido en el proyecto con ese fin. Su función pasa por descomprimir con estupideces el drama y arruinar todas las escenas intimistas de Florence Pugh. Una actriz que cuenta con un papel más destacado que la propia Scarlett Johansson, quien lamentablemente no encontró en esta producción la posibilidad de hacer algo diferente con Black Widow.
Cuesta muchísimo comprar a Pugh como mercenaria implacable pero es la única integrante del reparto que no parece anestesiada y ofrece una labor más que respetable. Inclusive en las secuencias de acción llega a humillar al elenco de Los Ángeles de Charlie de Elizabeth Banks.
Otra cuestión rara de este film es que parece más interesado en introducir a Florence como la nueva Black Widow que en otorgarle la despedida que se merecía el rol de Johansson.
La obra de la cineasta australiana tiene un muy buen primer acto que se apoya en la química entre las dos protagonistas y la intención de explorar el trauma sufrido por sus personajes. Luego el interés se desinfla y la dirección de Shortland queda opacada por la labor de los realizadores de la segunda unidad que toman la posta con secuencias de acción grotescas, pero bien elaboradas, que tal vez esta producción no necesitaba.
Motivo por el cual queda la sensación que los mejores momentos de Natasha Romanoff los encontramos en Capitán América: El soldado del invierno que seguía con mayor fidelidad y cariño el espíritu comiquero del personaje.
Esta película individual se queda a mitad de camino y no contribuye para nada en enriquecer el arco argumental de la integrante de los Vengadores.
En resumen, un espectáculo de relleno estilo Thor 2 y Iron Man 3 que dentro de la saga ofrece una propuesta de visionado opcional entre Capitán América: Guerra Civil y Doctor Strange.