Blackie: monumento a ella misma
El costado menos conocido, la estela femenina dominada por la vorágine laboral. La que siempre iba por más. Una idealista, una pionera.
Paloma Efron tiene su justo y merecido homenaje en Blackie, una vida en blanco y negro a cargo del montajista Alberto Ponce, quien encolumnó la rica historia de la estrella entrerriana alrededor de una entrevista ficticia entre Blackie y un periodista. Todo dentro de un registro ameno, cómplice, biográfico, sumidos en un ambiente algo sombrío, con volutas de humo, aquel silente compañero de Efron.
La lograda adaptación vocal de Dora Baret da vida a los 64 años de una Blackie multifacética: cantante de jazz, actriz, periodista, productora y directora de televisión. Y políglota: dominaba hebreo, alemán, francés, italiano y portugués.
Con un valiosísimo trabajo de archivo, el documental reúne fotos, audios y videos de las diferentes etapas profesionales de Paloma, quien anteayer hubiese cumplido 100 años. El guión de Ponce se realizó en colaboración con Diego Sabanés y parte del libro Memorias y Recuerdos de Blackie , de Ricardo Horvath, a quien también se entrevista. Suman las palabras de Hinde Pomeraniec (autora de Blackie: La dama que hacía hablar al país ) y de Carlos Ulanovsky, quienes entregan datos imperdibles de una mujer que se camufló, a fuerza de disciplina, algo de soberbia y mucho trabajo, en un mundo de hombres.
El filme también plasma la visión empresarial de Blackie, que la ayudó a catapultarse y exportar algunos libretos cinematográficos, de la Argentina a Hollywood, escritos por el periodista y guionista Juan Carlos Olivari, con quien se casó y mantuvo una relación por diez años. Al morir su padre y separarse de “Carlucho”, Blackie, una vida en blanco y negro refleja un quiebre en el relato. Y una decisión de la mujer: abocarse al trabajo y relegar para siempre su vida sentimental.
De allí en más emergería la productora estrella de la televisión argentina, la que todos conocemos. En la parte final de la película se plantea un interesante debate (contrastado con testimonios) acerca del legado que dejó Blackie en la pantalla chica y qué pensaría acerca del amarillismo que pulula hoy.
¿El momento emotivo? Cuando su primer productor y amigo Tito Bajnoff lee una carta manuscrita de ella, pero sin caer en el golpe bajo. “No me molestan las arrugas, ni los cumpleaños, sino cuando el bocho no me funcione”, expresa. Ese que iluminó a la cultura argentina.