Un futuro áspero, con un Ryan Gosling como Blade Runner, Harrison Ford como un viejo ermitaño con un perro buena onda y una Ana de Armas versión "Siri futurista".
Las películas de ciencia ficción, son de mis favoritas, pero Blade Runner nunca formó parte de esa colección de films que amo. Ya con su antecesora, tuve esa sensación de que no le pusieron onda al futuro. Ok, puede ser duro, calamitoso, pero ponéle imaginación. Los monitores no me los hagas igual que en los '80, no me hagas carteles de neón. Bueno, en el año 2049, la onda futurista es también muy retro. Parece filmada en los '80. Luces de neón, monitores anchos, no hay celulares, y no faltó el cartel de Atari, en fin.
Por otro lado, la película dura una eternidad. Si va durar casi 3 horas, más vale que se haga ameno, llevadero. Y cada plano lleva su tiempo. La historia presenta un conflicto que no nos vuelve locos, no atrapa. Hay que reconocer que la película se vuelve un poco más entretenida cuando aparece Harrison Ford, y ese momento tarda en llegar.
Una historia de origen, de identidad que podría haber sido más concreta y hasta emotiva. Blade Runner se pierde en la historia de amor de Gosling con de Armas, cuando a nadie le importa.
Un film recomendable para fanáticos de la primera, disfrutarán de las perlitas y referencias a la película de 1982. Para quienes no tenemos un amor particular por la primera y no somos amantes del género, no valen la pena ni las tres horas de Ryan Gosling o Ana de Armas en pantalla gigante.