A más de 30 años del estreno del film de culto y clásico de Ridley Scott, llega Blade Runner 2049, secuela que cae en manos de Denis Villeneuve (La llegada, Sicario).
El agente K (Ryan Gosling) es un blade runner, un policía encargado de atrapar modelos de replicantes (androides que se rebelaron y cuestionan su propósito). A partir del encuentro de un objeto enterrado, comienza a revelar un misterio oculto hace treinta años y el cual sólo tiene respuestas por parte del agente desaparecido Rick Deckard (Harrison Ford).
Cuando se anunció la secuela de Blade Runner la expectativa era alta. Y cuando Scott eligió a Villeneuve para continuar su trabajo la decisión generó más interés todavía. El director venía de realizar la cinta de ciencia ficción La llegada y ya había demostrado su talento en La Sospecha y Sicario.
En Blade Runner 2049 Villeneuve no se arriesga. No cuestiona el género de ciencia ficción como lo hizo la primera película. Se deja llevar por el respeto y el homenaje que le tiene a la cinta original.
La visión del director se pierde en la solemnidad de las imágenes, lo cual es lo más destacable del film con una fotografía impecable. Pero por momentos pareciera que la película está forzada a demostrar su grandeza.
No cae en la nostalgia de reverenciar una década o un estilo como si lo han hecho series como Stranger Things o la película Star Wars: El despertar de la fuerza. Blade Runner 2049 es una extensión de la original, tiene escenas y planos calcados, los mismos tiempos narrativos e incluso emula su banda sonora (la mano de Hans Zimmer no se nota y se escucha otra versión del clásico de Vangelis).
En lo que respecta a las actuaciones sucede algo similar. En la década del 80 Harrison Ford venía de realizar papeles de héroes simpáticos como Indiana Jones y Han Solo y pasó a ser un gruñón y poco empático detective en Blade Runner. Ryan Gosling pasa por los mismos dilemas habiendo actuado recientemente en La La Land para ser el poco carismático detective K. La interacción entre ambos es poca y para ser un film que recurre a la mítica figura de Deckard, no la aprovecha.
El papel de Jared Leto, como un visionario que controla el nuevo universo robótico, tampoco es el de villano del film. Su rol queda rezagado para recalcar la evolución del ser humano y su ceguera queda más como una excusa para presentar espacios oscuros y juegos de luces impresionantes pero que no aportan nada a la trama.
Por último, la cinta original estaba basada en el cuento “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” de Philip K. Dick. A partir de esta simple pregunta el relato cuestionaba los límites de la realidad. La película avanzaba en este concepto de lo artificial y lo real como eje de conflicto entre Deckard y los replicantes, especialmente su relación amorosa con Rachel.
En Blade Runner 2049 el cuestionamiento es sutil pero está presente entre el agente K y el personaje de Joi (Ana de Armas). Sin revelar detalles del argumento, esta relación se convierte en algo original (quizás ya visto en algún capítulo de Black Mirror) pero sí que avanza a otro nivel del planteado en la cinta original de Ridley Scott.