Tarea difícil la de continuar una épica inspirada en la obra de Philip Dick y que Ridley Scott llevó al cine con maestría en el año 1982. Acá Denis Villeneuve logra plasmar el espíritu apocalíptico y desesperanzador que impregnaba la primera entrega y vá más allá, ofreciendo, sin solemnidad ni lugares comunes, un espectáculo visual único.
La búsqueda de la identidad, el sentido de la existencia humana frente al avance de la inevitable automatización de la vida, sólo algunos de los temas analizados en una película que por momentos prefiere detenerse más en la forma que en su historia, pero que igualmente supera con creces la prueba de continuar la saga. Ryan Gosling sigue sumando composiciones únicas a su carrera.