Cuando se estrenó The Blair Witch Project, en 1999, marcó un hito y posibilitó una reinvención del género terror, dando lugar a una caterva de películas que siguieron sus pasos casi literalmente, cámara en mano, mediante la técnica del found footage o POV (punto de vista en inglés). Adam Wingard y Simon Barrett, director y guionista de esta secuela, hicieron algunos de los mejores POV en las antologías V/H/S 1 y 2, donde conocieron a los directores de Blair Witch. Cualquiera diría que califican para revivir a la bruja de Blair, pero esta parte dos carece de aquello que distinguió a la primera: originalidad. Intrigado por unos videos en YouTube acerca de su desaparecida hermana, James viaja al bosque de Maryland con tres amigos, para una pesquisa que correrá igual (mala) suerte: de entrada, un cartel advierte que los videos de James fueron hallados. Aparte de repetir la técnica paso a paso, La bruja de Blair no logra sostener el clima de suspenso en una sola escena. Las únicas novedades son irrelevantes: la fea herida en el pie de una de las expedicionarias, que amenaza con una mutación cronenbergiana (pero no), o la exagerada utilización de un drone con GPS para guiarlos en el bosque. Que, por supuesto, falla.