Perdidos en el bosque
Hace 17 años dos jóvenes directores tuvieron la ingeniosa idea de filmar una película completa en plano subjetivo, es decir que transformaron al espectador en los ojos de los personajes. Aquella película, "Blair Witch", más la infalible y ambigua campaña publicitaria que la precedió, hizo de esa experiencia un éxito global con un recurso que después fue replicado en varias oportunidades. Y ahora lo reitera "Blair Witch. La bruja de Blair", secuela bastante forzada de aquel filme de 1999.
Los protagonistas en este caso son el hermano de uno de los personajes desaparecidos hace casi 20 años cuando decidieron investigar la leyenda de la supuesta bruja, y que quiere volver al bosque para saber qué pasó realmente. La narración sostiene el interés en base a golpes de efecto y la dosificación gradual del suspenso crece a medida que el bosque y su presencia ominosa lo invaden todo. Aunque el suspenso está intacto para quienes no vieron la primera parte, la frescura y la sorpresa del filme original se diluyen en efectos de sonido abrumadores y una trama que incluye nuevos personajes y soportes tecnológicos muy superiores a la original, con drones, GPS y teléfonos inteligentes.