"SUNTUOSA PRODUCCIÓN DE UN OSCURO CUENTO DE HADAS".
Las adaptaciones cinematográficas de Blancanieves se inician en el cine mudo, presentando una lista bastante completa de versiones a lo largo de casi 120 años.
Desde siempre el cine ha encontrado un aliado fundamental en la literatura, y específicamente, en este caso, en un cuento muy conocido mundialmente.
¿Cómo se podría narrar en pocas líneas? Érase una vez una reina que se pinchó el dedo y vio como tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Fue entonces cuando deseó tener una hija con la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el pelo negro como el ébano. Y su deseó se cumplió, naciendo la princesa Blancanieves.
Pero la reina murió después de dar a luz y el rey se casó con una hechicera poderosa que le preguntaba a su espejo mágico quién era la más bella del reino.
Con lo que no contaba la flamante emperadora es que, al cumplir los 17 años, la joven Blancanieves se convertiría en la más bella y, así, en una antagonista que no tenía en sus planes, y a la que intentará destruir.
El director Rupert Sanders transforma el clásico con una puesta en escena realista y una cámara frenética que subraya las secuencias de más acción. Con travellings aéreos que describen fastuosos paisajes nevados, el suntuoso diseño de producción es uno de los puntos más destacados en esta remake.
En cuanto al cast, la que más sobresale (o la única) es una espléndida Charlize Theron, quien da vida a Ravenna, esa reina tan poderosa como atormentada, mezcla de extrema belleza y extrema maldad.
Kristen Stewart (de la saga "Crepúsculo") y Chris Hemsworth ("Thor", "Avengers") cumplen correctamente con sus roles; ninguno de los dos brilla o se destaca especialmente más allá de la corrección y, si bien tienen presencia cinematográfica (más él que ella), no podría afirmarse que bordan a sus personajes, como sí parece hacerlo Theron.
Más sorprendente es no haber contratado a actores enanos para el rol de los famosos gnomos, sino que estamos ante la presencia de intérpretes de reconocido prestigio como Bob Hoskins, Toby Jones, Ian McShane, Eddie Marsan, Nick Frost o Ray Winstone, "achicados" por medio de la tecnología. Lamentablemente están algo desaprovechados, pero, a pesar de ello, el filme sale airoso y resulta disfrutable, aunque un poco extenso, pero su grandilocuentes efectos especiales (especialmente los de transformación y mutación) resultan un deleite que garantiza un buen rato.