Blancanieves se pone oscura
La nueva adaptación, con Kristen Stewart y Charlize Theron, ofrece una visión más tenebrosa del cuento de los hermanos Grimm.
Esta nueva versión de Blancanieves trata de sacarle el máximo provecho a la veta mágica del cuento de los hermanos Grimm. Es realmente fantástica, tenebrosa y oscura, en especial si se la compara con la reciente Espejito, espejito, que viraba decididamente hacia la comedia.
Blancanieves y el cazador es una adaptación que se vale de elementos de El señor de los anillos, Harry Potter y Crepúsculo para contar de nuevo el viejo cuento. De la primera, extrae el aliento mitológico celta (así aparecen hadas y un ciervo blanco, por ejemplo); de la segunda, el concepto de magia negra y la nariz aplastada de Voldemort en la reina villana cuando envejece) y de la tercera, el triángulo amoroso entre la princesa, el cazador que la rescata y el amigo de la infancia.
Todo lo previsible que puede ser una historia contada mil veces es compensado en esta película por ese instinto fantástico que la guía desde el principio hasta el final. Si el conflicto básico del cuento es la lucha del bien (representado por Blancanieves) contra el mal (representado por la reina usurpadora, llamada Ravenna en alusión a los cuervos -raven en inglés-), aquí la oscuridad tiene mucha más fuerza que la luz.
El reino de la tinieblas es realmente tenebroso. La gran virtud de Charlize Theron reside en que cree en el mal que encarna, lo vive intensamente en sus gestos y en su cara, y lo transmite como un aura siniestra. Además de su pasión por la eternidad, la belleza y la juventud, tiene una relación perversa con el hermano que la potencia como personaje.
Claro que Ravenna ocupa un tercio de la película, tal vez menos, y todo el resto es rellenado con las peripecias de Blancanieves y el cazador (escoltados por los enanos y otras criaturas). Kirsten Stewart y Chris Hemsworth son atractivos, pasables como protagonistas, y todos los paisajes y lugares que atraviesan son maravillosos, pero es tan lineal y detallista la forma en que se los muestra que durante largos tramos la magia se vuelve sólo ilusión escenográfica con dos personas bellas perdidas en un sueño.